La diseñadora gráfica Connie Barton y su marido, el fundador de Honest Burgers, Tom Barton, compraron en 2016 su primera vivienda en propiedad. Esta casa victoriana de dos habitaciones en Londres fue la primera y única vivienda que visitaron, la fueron a ver una tarde e inmediatamente pusieron una oferta. Quedaron instantáneamente enamorados de su selvático jardín y de su ubicación. 

Habiendo crecido ambos en el campo y tras años viviendo en la ciudad tenían claro que una de sus principales condiciones para la casa que compraran, sería el contar con verde, mucho verde. De hecho, tal vez fue la retorcida morera del jardín la culpable de que Connie cayese rendida ante los encantos de la propiedad. Los amplios ventanales hacen que la energía del jardín se respire también en el interior. Es la magia de tener un jardín secreto en la ciudad.

David Money, el arquitecto a quien le compraron la casa, había hecho una fantástica remodelación y ampliación, añadiendo a la antigua y rústica construcción un módulo trasero, moderno y geométrico, que resultó casar a la perfección con lo ya existente. La única misión de la pareja fue, pues, hacerse suya la casa y decorarla. El trabajo estructural ya estaba muy bien hecho.

Esta casa está en constante evolución, al llegar a ella compraron los muebles básicos, la cama, los sofás, etc, eligieron a conciencia piezas que fuesen a tener una larga vida, de las que se pueden dejar en herencia; el resto lo han ido comprando en mercadillos, rastros y por páginas de internet tipo eBay. Connie descubrió, en el proceso de decoración, una nueva afición, la de encontrar alta calidad a precios asequibles en el mercado vintage.

El arquitecto construyó el jardín a partir de tierra excavada, cosa que creó una pendiente que supuso que las plantas quedasen a la altura de los ojos desde el interior. Es como mirar una obra de arte que cambia constantemente con el paso de los días y las estaciones, la vegetación y también la fauna, son habituales todo tipo de pájaros y en invierno un pequeño zorro decidió que pasaría las noches aquí. Connie cuenta que le encanta ver las caras de sus invitados al mirar el jardín a través de las ventanas; invariablemente se relajan, este jardín atrapa.

Como diseñadora gráfica, su acercamiento al proyecto de decorar su casa se ha parecido mucho a su forma de trabajar con sus clientes, esta vez el cliente era el espacio. Hace muchas preguntas, luego escucha e intenta entenderlo todo. Connie establece esta íntima relación con la casa, dice que si viviesen en otro lugar, sin duda el interiorismo sería completamente distinto.

Para Connie, la modernidad en el habitar es poner conciencia sobre aquello que permitimos que entre en nuestro espacio, es respetar la relación entre la casa, su entorno, su historia y sus materiales, y es también, ¿porqué no? el llenarlo todo de plantas y de objetos que te hacen sentir bien.
 

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La construcción de un pequeño estanque ha sido la última incorporación a este mágico jardín, convirtiendo el lugar en un remanso de paz, un refugio de vida, vibrante y tranquilo a la vez.

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La cocina es uno de los puntos álgidos de este moderno cottage, pintada de verde, con la luz entrando a raudales por las claraboyas y los armarios construidos en una madera sin barniz que nos hace pensar en los años setenta.

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Al otro lado de la cocina, esta mesa de comedor blanca de estilo retro aporta una nota de desenfado y diversión. El juego de incluir una silla diferente a las demás puede, o no, haber sido casual, pero resulta un entrañable guiño que rompe con lo esperado y da calor a la casa mostrándola habitada.

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El estudio se abre también al jardín y, ¡qué maravilla descansar la vista del ordenador tomando aquí el aire! Volverá a trabajar con la mente despejada.

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El sistema de estanterías Vitsoe ha sido una de las últimas adquisiciones de la pareja, que han colocado en el estudio de Connie. Ordenando los libros por color los ha convertido en un cuadro y, ¿cómo no?, no podía faltar la planta de moda, la Monstera Adaasoni.