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La ausencia de divisiones hace que la casa se perciba como un todo, y que las transiciones de un espacio al otro se hagan de una forma fluida.

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La orientación de la casa, totalmente protegida del viento, da también cabida al espacio de vida exterior, con una gran terraza metálica que se conecta además con el área de la piscina y la barbacoa.

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A lo largo del eje de la casa se alinean el estar, el comedor, la cocina, la suite principal, el área de trabajo y dos habitaciones, comunicados los espacios a través de un amplio pasillo perforado por lucernarios.

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El mobiliario de la cocina es el sistema b3, de bulthaup. En el office, la mesa bulthaup C2 y las sillas CH 23, de Hans J. Wegner para Carl Hansen & Son. La lámpara de suspensión es la VL45 Radiohus, de Louis Poulsen.

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En el comedor, la mesa, realizada a medida, se ha ubicado junto a la cristalera para obtener espectaculares vistas sobre el mar y el paisaje de la Costa Brava. Al igual que las sillas Rob Black-N, realizadas con madera de teca reciclada y cuerda, es del fabricante Dareels.

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Junto a la piscina, dos sofás Bitta Lounge, diseño de Rodolfo Dordoni; dos pufs Zigzag, de Emiliana Design; alfombra, de Doshi Levien; lámpara Vieques y portavelas Mesh, de Patricia urquiola. Todo es de la firma Kettal, comprado en su tienda de Barcelona.

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A la izquierda, dos butacas Basket, un diseño realizado en los años cincuenta por los daneses Nana y Jorgen Ditzel, editado por Kettal.

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Una dorada luz mediterránea entra por los lucernarios y es tamizada por los laterales forrados de madera de roble.

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Detalle de los escalones, salpicados por pequeñas piedras de la zona. Las líneas puras y formales contrastan con la explosión de vida que ofrece el paisaje.

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La suite se comunica con el baño, donde se ha instalado la bañera exenta BW-01-L, de Badeloloft. La grifería autoportante es la FS1, de Vola.

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En el lado este de la vivienda, la casa gira hacia el mar, con un ventanal de doce metros de largo dividido en cuatro piezas correderas que se pueden plegar y desplegar.

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Para protegerse de los periódicos latigazos de la tramontana que sopla en la zona, el proyecto arquitectónico de Óskar Vélez Carrasco ha orientado al sur la fachada principal de la casa. Las condiciones del terreno inspiraron sus atractivas y sinuosas formas.

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Un armario de madera con líneas que salen de lo convencional. Todos los muebles de la casa son creativos y tienen una mirada contemporánea.

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En el dormitorioprincipal, abierto a una terraza con espléndidas perspectivas la cama Nori 180 y la mesita One-Two, de Dareels. Lámpara, sábanas, funda nórdica y alfombra, de Zara Home.

Es uno de los lugares más hermosos de la Costa Brava, pero, como toda ella, también en Begur azota la tramontana. Para ampararla de esos periódicos latigazos del viento, el proyecto arquitectónico de Óskar Vélez Carrasco ha orientado al sur la fachada principal de la casa. Requisito previo del cliente había sido la organización de todo el programa en un solo nivel. Las condiciones del terreno determinaron o, mejor dicho, inspiraron las atractivas, sinuosas formas de la casa.

A lo largo de su eje se alinean el estar, el comedor, la cocina, la suite principal, el área de trabajo y dos habitaciones, comunicados los espacios a través de un amplio pasillo perforado por lucernarios. Una dorada y cenital luz mediterránea es tamizada por los laterales forrados de madera de roble. Como la longitud del pasillo es considerable, también su anchura debía serlo para que no se convierta en lo más parecido a un tubo: a veces –considera Vélez Carrasco– no se trata solo de aprovechar la utilidad puramente práctica de determinada superficie, sino de adjudicarle, de modo coherente, una calidad espacial.

También las habitaciones, con enormes ventanales al sur, expanden los interiores hacia la luz. Celosías de madera guardan la intimidad de los dormitorios. Los cuatro lucernarios y los panelados de roble producen un efecto visual y ambiental que el arquitecto llama, poéticamente, pozos de luz de roble. En el lado este de la vivienda, la casa gira hacia el mar, configurando un espacio de formas no ortogonales, con un ventanal de doce metros de largo con cuatro piezas correderas que se pueden plegar y desplegar. Es como si uno volara sobre el paisaje. Construida en hormigón visto, la casa se yergue y se curva como una escultura plantada a orillas del mar. Un sistema hidráulico proyecta pórticos y aleros que sombrean la piel de madera de la fachada, aliviándola del tremendo calor del verano ampurdanés.