Sugerentes y evocadores, las pinturas de arquitecturas imaginarias del artista Minoru Nomata (Tokio, 1955) son, en sus propias palabras, "como un paisaje desde una ventana". Para él, "la arquitectura está ahí como un objeto, el sujeto está en el lado de la audiencia". Una apelación directa al que observa estas imágenes pintadas en acrílico, en las que la fantasía y la ilusión se expresan a través de formas geométricas básicas. Un lenguaje único que ha desarrollado tras cuatro décadas de trayectoria y en el que, como espectadores, nos hace cabalgar entre lo familiar y lo inesperado, entre la fantasía y la memoria colectiva y que, actualmente, podemos recorrer en la exposición Continuum en la Tokyo Opera City Art Gallery (TOCAG) hasta el próximo 24 de septiembre.

El artista vive y trabaja en Tokio.

Una visión artística y creadora

Nomata creció rodeado de kimonos, alimentándose de forma inconsciente de las texturas, colores y patrones, pues su familia se dedicaba al teñido de textiles. "Aunque no había relación directa con el arte, estaba en contacto con el diseño de los patrones basados en el estilo de pintura japonés conocido como Rinpa [琳派]", explica. "Además, mi casa estaba en una zona semi industrial, por lo que mi rutina en vacaciones era jugar con trozos de madera de una de las fábricas. Hice todo lo que se me ocurría con esas piezas: aviones, barcos... Esta experiencia me hizo pensar que podía hacer cualquier cosa que quisiera", relata. 

 

 

Así, creció con la idea de que las formas se forman cortando o agregando piezas cortadas. "Eso significa que las formas están hechas de planos, no como grumos de arcilla o líneas. Al prestar atención a las caras y pensar en combinar las caras, me di cuenta de la noción de profundidad, que es tridimensional", explica el artista. Y añade: "Círculos, triángulos y cuadrados son siempre la base de mi trabajo". 

'Imagine-2', 2018. Foto: Keizo Kioku

Antes de ingresar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Tokio, en 1979, ya era un adolescente muy interesado por el arte. "Me empecé a dedicar alrededor de los 8 o 9 años, cuando vi un cartel de los Juegos Olímpicos de Tokio (1964) y quise aprender diseñó gráfico". Tras graduarse trabajó en una agencia de publicidad y apenas unos años después decidió dedicarse de lleno al arte. 

Pintar como forma de crear realidades

Nomata asegura que no se considera pintor. "Pintar para mí es una forma de crear un lugar, algo más espacial que una imagen bidimensional. Por eso tengo la costumbre de hacer música, muebles y todas las cosas que necesito o quiero. La pintura es solo la parte más profesional", explica. Confiesa que todo es susceptible de ser una fuente de inspiración. Su material: "los eventos diarios, incluidas las noticias internacionales y las investigaciones académicas", asegura. En su estudio en Tokio realiza bocetos a partir de esas referencias hasta pintar sus arquitecturas visionarias. 

Heredero de la pintura de Lyonel Feininger, Charles Sheeler y Giovanni Battista Tiepolo, a quienes reconoce como sus principales influencias, no es muy partidario de definirse dentro de un estilo dentro de la historia de la pintura. Sobre sus pinturas sentencia: "creo que no son más que 'visiones alternativas'. En ellas, aún estando hechas de la materia de la fantasía, la función también está presente. "Imagino las funciones o significados en el momento en que empiezo a dibujar, pero eliminar funciones, significados específicos y obviedad es uno de los procesos más importantes de mi creación", confiesa. 

'Upon the Prisons', 2013. Foto: Keizo Kioku

El tiempo entendido como profundidad

La dimensión temporal es también un elemento presente en estas imágenes, entendida como una ubicación, no solo espacial sino también histórica. "Reconozco y expreso el tiempo como profundidad", concreta. "Cuando encuentras profundidad en él, te imaginas las culturas de fondo, cuándo se construyó, dónde está o quién lo construyó. Esas salas de interpretación en la profundidad harían espesar el tiempo, me imagino". 

 

 

Su interés obvio en la arquitectura no se circunscribe a ningún estilo u época en concreto. "Estoy interesado en la relación entre estructuras y decoraciones, sus materiales, y también me apasiona la atmósfera, la historia y los antecedentes que generarán elementos arquitectónicos en el futuro", asegura Nomata. "Más allá de la arquitectura, tengo el mismo interés por los muebles o las plantas. Tienen una estructura con reglas y, a veces, parecen tener matices arquitectónicos", concluye. 

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Minoru Nomata pintura
Minoru Nomata

'Still-17', 1986

En su primera etapa, se aprecia el gusto por la pintura medieval y renacentista, así como un lenguaje de la arquitectura griega y romana. 

'Structures-1', 1993
Minoru Nomata

'Structures-1', 1993

Las pinturas oscuras de 'Bourou' o torres de vigilancia, realizadas en la década de 1990 después de una enfermedad familiar, presentan pirámides, montañas o altas torres cónicas, bañadas con una luz inquietantemente brillante. 

'Nowhere', 1993
Minoru Nomata

'Nowhere-2', 1993.

Un gran invernadero cónico inundado de plantas, forma parte también de esta segunda etapa del artista. 

Foto: Mimho Kokuma

'Points of View', 2004
Minoru Nomata

'Points of View-31', 2004

A finales de 1990 y principios de los dosmiles se centra en la atmósfera y la sensación de movimiento, con sus construcciones altas y de aspecto arcaico que se caracterizan por elementos estructurales expuestos y velas o cuerdas que generan una sensación de ingravidez.

Foto: Arata Saito

'Alternative Sights', 2010
Minoru Nomata

'Alternativ Sights-1', 2010

El uso de molinos de viento o velas, expresa y resalta la creciente crisis del cambio climático. 

Foto: Toru Kogure

'Listen to the tales', 2013
Minoru Nomata

'Listen to the tales', 2013

Un paisaje urbano imaginado en el que la geometría se expresa con multitud de planos intercalados.

Foto: Keizo Kioku

'Bubble Flowers', 2013
Minoru Nomata

'Bubble Flowers', 2013

Con la llegada del siglo XXI, Nomata presenta en sus obras sus preocupaciones socioecológicas y, en particular, sobre la excesiva contaminación lumínica en los entornos urbanos. 

Foto: Keizo Kioku