A pesar de haber sido fotografiada en incontables ocasiones en sus casi siete décadas de existencia, hasta ahora no se había reflejado de forma tan consciente la atmósfera del lugar y la importancia del contexto de la casa Farnsworth como en las imágenes captadas por Derek Swalwell. Situada en Pano, Illinois, en un terreno relativamente aislado, "a medida que te aproximas a ella, el destello de los rayos de sol a través de las copas de los álamos y los sonidos de la naturaleza contribuyen a crear una sensación de inminente excitación hasta que finalmente aparece", afirma Swalwell. "Observar la casa enmarcada por los árboles produce una profunda impresión y ayuda a comprender la voluntad de Mies van der Rohe de integrar el edificio en una naturaleza inalterada". Su colección de instantáneas de gran formato, que fue objeto de una exposición en la galería Fini de Victoria (Australia), refleja cómo las fachadas transparentes de la casa Farnsworth realzan su relación íntima con el entorno. "La casa resulta fascinante a última hora de la tarde, cuando los rayos de sol atraviesan oblicuamente las cortinas y ventanas con su color dorado. Esto proporciona una 'narrativa' a la historia que intentas crear sobre el proyecto, algo que hago a menudo", comenta.

El edificio puede conocerse en su estado original gracias al esfuerzo del millonario Peter Plumbo, quien compró la casa a Edith Farnsworth y revirtió los cambios que esta hizo a causa de las desaveniencias con el arquitecto por el sobrecoste de la obra.

Diseñada en 1946 para la doctora Edith Farnsworth –aunque no se culminó hasta 1951– esta casa sirvió a Mies para profundizar en la senda emprendida con el pabellón alemán en la Exposición Universal de Barcelona en 1929: matizar los volúmenes distinguiendo claramente los elementos portantes de los paramentos, liberar el espacio interior, generar cerramientos transparentes. En resumen, simplificar al máximo para apreciar la belleza de la arquitectura en toda su pureza.

La peripecia de la casa Farnswoth no ha sido fácil. Sobre todo, por su proximidad con el río Fox, sometido periódicamente a crecidas –algo de lo que era perfectamente consciente Mies van der rohe, quien por eso decidió levantarla sobre pilotis–, lo que ha provocado que el edificio sea víctima de inundaciones cada vez más frecuentes. "Los parámetros de madera interiores y las cortinas han sufrido varias veces daños, y algunos acabados y accesorios han tenido que cambiarse en múltiples ocasiones", señala el fotógrafo. Por encima de sus avatares, la casa Farnsworth nos deja su inmensa estela como manifiesto y guía de un nuevo modo de entender el espacio habitado, magistralmente retratado por Derek Swalwell.