Melilla y Modernismo, Modernismo y Melilla, una idílica historia de amor y arquitectura que pasa desapercibida para el común de los mortales. Se nos llena la boca de Barcelona y pareciera que aquel movimiento hubiese nacido y crecido solo en la Ciudad Condal. Pero Melilla ostenta el maravilloso honor de ser la segunda ciudad de España con más edificios modernistas, y por supuesto la primera de África.

"Melilla se rinde a cada paso de la historia de sus cinco culturas", cuentan desde Turismo, "escondiendo enigmas en cada recodo del camino. Uno de esos adivinados secretos es el Modernismo. Sobre las calles de la ciudad se levantan centenares de edificios diseñados para cautivar la mirada del viandante, construcciones, diferentes todas ellas", que la han convertido en referente mundial para los amantes del estilo que hiciera de Gaudí un icono.

Antiguo Banco de Bilbao.


Con nombre propio

La Melilla Modernista que conocemos, construida a principios del siglo XX, es el resultado de la interrelación de estilos y personajes que creyeron en la ciudad y la dotaron de una elegancia serena y vigorosa. La convirtieron en un conjunto construido sobre la base de nítidos perfiles arquitectónicos.

Esta esencia modernista llega a Melilla de la mano del arquitecto Enrique Nieto, un discípulo de Gaudí que a comienzos del siglo pasado se alejó de la protección del genio catalán para dar rienda suelta a su imaginación en las calles de esta ciudad norteafricana. Lo hizo durante años al servicio del Ayuntamiento de la ciudad levantando grandes homenajes a la arquitectura urbana que han dotado a Melilla de una identidad muy personal.

La Reconquista.

La influencia del Modernismo alcanza incluso a las distintas religiones de la ciudad. Enrique Nieto fue el encargado de diseñar la principal sinagoga de Melilla, la Mezquita Central y varios edificios para la Iglesia Católica; un claro ejemplo de la gran presencia de este estilo arquitectónico en los pilares de la sociedad melillense.


Por el Ensanche

Justo antes de la llegada de Nieto, la ciudad empezaba a crecer y se encontraba en medio de una vorágine urbanística, pues se había decidido ampliar Melilla a través del Ensanche, como hicieran otras ciudades anteriormente, buscando un desarrollo rectangular lleno de avenidas y chaflanes.

Casa de Miguel Gómez Morales.

Y así fue como empezaron a aparecer fachadas de colores ocres y marrones, cúpulas escamosas, molduras naturalistas, siluetas de animales o balcones con bellas rejerías. Y en el llamado Triángulo de Oro se concentran los edificios más emblemáticos de este estilo.

El Edificio La Reconquista, Palacio de la Asamblea, Casa de los Cristales, Cámara de Comercio, Casa Tortosa, El telegrama del Rif, El Acueducto, pero también la Mezquita Central, Sinagoga Yamín Benarroch, Casa de Lázaro Torres, todos ellos envuelven la ciudad en una arquitectura y un estilo que la hacen única.