En el verano de 2021 nos hicimos eco del proyecto que, finalmente y tras años de incertidumbre, iba a salvar de la picota a la fábrica Clesa en Madrid, uno de los edificios más emblemáticos de Alejandro de la Sota, diseñado en 1960 y abandonado desde 2011. Sin embargo, lejos de poner fin al culebrón sobre el futuro de este elemento fundamental del maltrecho patrimonio industrial de la Comunidad de Madrid, el proyecto de transformación elegido en concurso, Val-Verde, del arquitecto Carlos Rubio Carvajal, ha levantado nuevas críticas que ponen en duda que respete la esencia del edificio.

Construida en 1960, la fábrica está abandonada desde 2011.

Tanto el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF) han solicitado a la Comunidad de Madrid la protección como Bien de Interés Cultural (BIC) de la fábrica Clesa. Consideran que la propuesta de reforma de Rubio Carvajal –que incluye el alquiler del lugar por parte de la inmobiliaria holandesa Kadans para los próximos 75 años del edificio, supuestamente para subarrendar a su vez a pymes dedicadas a la investigación científica– es demasiado agresiva. A este respecto, cabe recordar que el Ayuntamiento de Madrid no le ha otorgado la protección considerada "nivel 1", es decir, "integral". En estos momentos tiene "nivel 3" o "parcial". Esta catalogación convierte al edificio en un bien muy vulnerable.

Por su parte, la Fundación Alejandro de la Sota, con el hijo del arquitecto al frente, considera que "el patrimonio también se destruye si lo que se conserva pierde totalmente su razón de ser", y niega que el proyecto de rehabilitación honre la obra de Alejandro de la Sota, tal como declaró la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís.

El nuevo edificio de Clesa solo dedicará un 4% de la antigua fábrica al uso cultural. La mayoría del recinto se dedicará al alquiler de espacios para pymes dedicadas a la investigación científica.

A las voces en contra de los planes del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid sobre esta importante infraestructura se ha sumado ahora la del director de la Escuela de Arquitectura de Toledo, Juan Ignacio Mera, quien en un escrito publicado el 27 de abril de 2022 en la web de la Fundación Alejandro de la Sota afirma que destinar "30 millones de euros para arreglar un espacio cuyo valor principal es la sencillez, un espacio que se estudia en la Universidades como ejemplo referente de una arquitectura de la ausencia y la contención, es un dislate. Y sumar a un elenco de profesionales, que van a pasar a la historia como aquellos que arruinaron el espíritu de un edificio clave, ejemplo de la mejor y muy escasa arquitectura moderna en Madrid, otro".