Concebida para decorar el Primer Depósito del Canal de Isabel II, la Fuente del río Lozoya es una joya neoclásica que este verano vuelve a estar abierta al público después de permanecer vallada durante muchos años. Ubicada en la calle Bravo Murillo, 49, está siendo recuperada por la empresa Tragsa para cumplir lo que los vecinos querían hace mucho tiempo, que el monumento de más de 150 años volviera a formar parte del espacio público y fuera de libre acceso. Según figura en el contrato de Canal de Isabel II, el proyecto se terminará previsiblemente el 30 de junio de este año y tiene un presupuesto de más de 200.000 euros.
Una fuente con mucha historia
El Canal de Isabel II, que garantiza a Madrid el suministro de agua procedente del río Lozoya, fue proyectado en 1848 por los ingenieros Juan Rafo y el propio Juan de Ribera siguiendo un encargo del ministro de Instrucción y Obras Públicas Juan Bravo Murillo. Las obras, presupuestadas en 80.000.000 de reales, comenzaron en 1851 y no se terminaron hasta 1858, inaugurándose el 24 de junio.
Concebida como un arco del triunfo, la fuente monumental fue concebida para decorar la pared lateral del Primer Depósito del Canal de Isabel II, trazado por el ingeniero Juan de Ribera Piferrer. Inaugurada en 1858, cuenta con una figura central que es una personificación del río Lozoya, tallada por el escultor madrileño Sabino de Medina Peñas y cuenta con una imagen que representa la Agricultura del escultor compostelano Andrés Rodríguez y otra a la derecha que representa la Industria del escultor José Pagniucci Zúmel. En 1977, el conjunto de los depósitos, fuentes y otras edificaciones del Canal de Isabel II, fue incoado Monumento Histórico.
Realizada en piedra de granito con entrepaños de ladrillo, cuenta con un pilón de piedra caliza. El principal surtidor brota de la tinaja que hay al pie de la figura central, y cae en cascada por las peñas talladas al estilo de las fuentes barrocas europeas, como la famosa Fontana de Trevi en Roma. El surtidor estuvo muchos años sin funcionar, y fue limpiado en 1992 y restaurado en el año 2000. En 2020 se consiguió además devolver el flujo de agua. Ahora, su última etapa, es abrir el paso al público para que la fuente vuelva a formar parte del paisaje urbano madrileño.