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Antoni Gaudi

Antoni Gaudí

Barcelona se llena cada año de hordas de turistas que quieren hacerse una selfie frente a un edificio de Gaudí. Sin embargo, en vida, el arquitecto tuvo que sufrir en sus carnes un episodio del todo deleznable que define al ser humano, tanto al de entonces como al de ahora. El 7 de junio de 1926 a las 18:05 horas cruzó la Gran Via de les Corts Catalanes (por entonces llamada Calle de las Cortes), a la altura de las calles Bailén y Girona, y tuvo la mala suerte de que un tranvía le golpeó en las costillas y la sien.

Azotea de la Casa Milà, de Antoni Gaudí.
Azotea de la Casa Milà, de Antoni Gaudí.

Aunque lo más triste del asunto es que, tendido en el suelo, nadie le ayudó en ese preciso momento porque por su dejado aspecto le confundieron con un sintecho. Únicamente dos personas llamadas Antonio Roig y Antonio Noria tuvieron la decencia de detenerse. Intentaron meterle en un taxi, pero ninguno le atendió porque no querían que la sangre manchara sus tapicerías. Finalmente la cordura se apoderó de la situación al ser llevado a un dispensario y, posteriormente, a dos hospitales. Tres días después del fatídico accidente falleció en el ahora extinto Hospital de la Santa Creu. En su cortejo fúnebre no cesaron de llover flores por parte de los barceloneses, sí, pero salvo dos excepciones nadie le socorrió cuando más lo necesitaba. Hipocresía al máximo exponente.

Le Corbusier

Le Corbusier

Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más reconocido como Le Corbusier, fue uno de esos arquitectos que en vida causó mucha controversia. Sin ir más lejos, tiempo después de su fallecimiento florecieron unas cartas privadas en las que quedaban más que claras sus simpatías hacia Hitler y Mussolini.

Capilla de Ronchamp, de Le Corbusier.
Capilla de Ronchamp, de Le Corbusier.

El 27 de agosto de 1965, mientras disfrutaba de un soleado día en su cabaña de verano situada en la población francesa de Roquebrune-Cap-Martin, no pudo reprimir sus ganas de nadar cerca de la costa. Tenía 77 años y su propio médico le había recomendado tiempo atrás que evitara hacer ejercicio, pero lo que no imaginaba es que por simplemente nadar un poco la tragedia le abrazase. En el agua sufrió un ataque cardiaco y su cadáver fue hallado minutos después cerca de las rocas por parte de un grupo de pescadores y bañistas.

Giuseppe Terragni

Giuseppe Terragni

El italiano no mostró su simpatía hacia Mussolini, sino que trabajó estrechamente para él: su obra más reconocida fue la Casa del Fascio, la sede del Partido Fascista en Como. Aunque en realidad su destino cambió cuando en 1939 fue reclutado para luchar en la II Guerra Mundial, donde pasó prácticamente 16 meses en el frente ruso.

Casa del Fascio, de Giuseppe Terragni.
Casa del Fascio, de Giuseppe Terragni.

Como en muchas otras ocasiones ocurre, las secuelas psicológicas de la guerra le persiguieron una vez volvió a su Italia natal. Tal fue el horror que vio con sus propios ojos que, pese a su ambición arquitectónica, nunca volvió a ser el mismo. Curiosamente, apenas seis días antes de que Mussolini fuera arrestado el 25 de julio de 1943 por orden del rey Víctor Manuel III de Italia, el arquitecto sufrió una trombosis cerebral.

Josep Torres Clave

Josep Torres i Clavé

Quien fuera el creador del Sindicato de Arquitectos de Cataluña, así como el director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, falleció con apenas 33 años, justo en el momento en el que su carrera despegaba con fuerza.

Interior de la Casa Bloc, de Josep Torres i Clavé.
Interior de la Casa Bloc, de Josep Torres i Clavé.

Fue una figura estrechamente ligada con el gobierno de la II República. Tal fue así que la muerte le sorprendió en el pueblo de Lleida de Els Omellons mientras estaba supervisando la construcción de unas trincheras durante la Guerra Civil Española: un bombardeo de la aviación italiana acabó con él.

Louis Khan

Louis Kahn

Todos los expertos están de acuerdo: el estadounidense fue uno de los mejores arquitectos de la segunda mitad del siglo XX porque concebía edificios monumentales para la gente al margen de modas o tendencias. En definitiva, obras eternas.

Asamblea Nacional de Bangladesh, de Louis Kahn.
Asamblea Nacional de Bangladesh, de Louis Kahn.

A él le debemos la Asamblea Nacional de Bangladesh (actual Pakistán), probablemente su edificio más retratado. Mientras lo concibió estalló la Guerra Civil en el país del sur de Asia. Nada ni nadie le detuvo, lo cual es digno de admirar, y aun teniendo que soportar un sinfín de vicisitudes siguió con su plan. Eso sí, nunca vio la obra terminada. El 17 de marzo de 1974 murió de un ataque del corazón en los servicios de la neoyorquina estación de Pensilvania tras volver de un viaje a la India. Y lo que más sobrecoge es que, pese a tener nada más y nada menos que tres familias, nadie reclamó su cadáver durante tres días.

Borromini

Francesco Borromini

Las disputas entre Borromini y Bernini dan para un culebrón televisado. Pese a trabajar juntos en diversas ocasiones y definir a cuatro manos los cánones del barroco más hiperbólico, Bernini fue el arquitecto mimado de la Santa Sede y el que en vida se llevó los mayores elogios y encargos. Borromini, a pesar de su genialidad, siempre vivió en la sombra de él. ¿Cómo acabó esta lucha de titanes? Pues con sobradas dosis de melodramatismo.

San Carlo alle Quattro Fontane, de Francesco Borromini.
San Carlo alle Quattro Fontane, de Francesco Borromini.

La leyenda cuenta que el arquitecto de San Carlo alle Quattro Fontane (San Carlino para los romanos), tras discutir con su sirviente por una estupidez del calibre de si una luz tenía que estar encendida o no, emuló a Catón el Joven y se arrojó sobre una espada. Tardó un día en morir. La otra versión señala que simuló su suicidio para proteger a su criado a la par que amante, quien pudo haberle apuñalado en una pelea. Sea como fuere, nunca podrá saberse con exactitud la verdad.

stefan kurylowicz

Stefan Kurylowicz

El arquitecto polaco será siempre recordado por haber sido una de las mentes pensantes de la Varsovia post-comunista. Asimismo, fue jefe adjunto de la Asociación de Arquitectos de Polonia e impartió cursos de arquitectura en la Universidad Tecnológica de Varsovia.

Plac Unii City Shopping, de Stefan Kurylowicz.
Plac Unii City Shopping, de Stefan Kurylowicz.

Su futuro se truncó con 62 años cuando el 6 de junio de 2011, viajando en avioneta de San Sebastián hasta la lusa Vilar de Luz, él, su ayudante Jacek Syropolski y dos personas más fallecieron al estrellarse a su paso por Asturias. La noticia conmocionó a la prensa polaca.

Stanford White

Stanford White

El socio cofundador del estudio de arquitectura McKim, Mead & White no tuvo precisamente una muerte muy discreta. El 25 de junio de 1906 el millonario Harry Kendall Thaw, durante el estreno teatral de Mam'zelle Champagne, se le acercó por la espalda y le disparó tres tiros, dos veces en la cara y una en el hombro izquierdo. ¿El motivo? Harry estaba casado con la modelo Evelyn Nesbit Thaw, quien años atrás conoció a White.

Arco de Washington Square, de Stanford White.
Arco de Washington Square, de Stanford White.

White, cuando Evelyn apenas era una adolescente, la emborrachó y se propasó con ella (la leyenda cuenta que cuando se despertó se dio cuenta de que había perdido la virginidad). Harry, conocedor de todo ello, siempre tuvo a White entre ceja y ceja y, de algún modo, se obsesionó con él. El juicio posterior fue bautizado como "El Juicio del Siglo" y la prensa amarillista de la época no dudó en contar con todo lujo de detalles la vida libertina del arquitecto. 

Natalie Wood, Alcàsser, John F. Kennedy... Hay muertes que, por mucho que pasen los años, siguen siendo un misterio o son recordadas por su extrañeza. Ese es el motivo que nos ha llevado a explicarte los casos de ocho arquitectos de fama internacional que, en la mayoría de los casos, y en extrañas circunstancias, nos dijeron adiós en el que bien se podría considerar el mejor momento de su carrera. Desde Gaudí pasando por Borromini (a quien siempre persiguió la sombra de Bernini), Le Corbusier o Louis Kahn, entre otros. Sus obras años, décadas e, incluso, siglos después, sin duda, siguen siendo inmortales.