La mirada de Sarah Illenberger va más allá de lo que la gente corriente es capaz de apreciar. Donde los demás vemos globos, ella imagina coloristas ramos de flores, un hinojo es un pollo recién salido del horno, y un trozo de madera, un pan de molde que, aunque no se pueda comer, alimenta nuestra necesidad de sorpresa y belleza.

Le apasionan las frutas, verduras, plantas y todo lo que es materia orgánica. A partir de ella, modela, fotografía o procesa digitalmente para crear imágenes que generan reacciones sensoriales. "Al tocar algo con tus manos y dejar fluir tu energía surge algo diferente que es menos perfecto, pero más humano", afirma.

Illenberger nació en Múnich en 1976. Su infancia transcurrió entre el taller de joyas de su madre y el restaurante de su padre, estudió en el Central Saint Martins de Londres y en 2007 abrió estudio en Berlín, desde donde ha realizado trabajos editoriales para medios como The New Yorker, Time o Wallpaper; publicidad e instalaciones para grandes marcas como Hermès, COS, Nike o Smart, y exposiciones en galerías de Berlín, Múnich o Tokio. Pero lo mejor de su biografía es su inmenso talento.