Alguien aseguró alguna vez que para amar a los demás hay que quererse primero a uno mismo. En una sociedad dominada por un ritmo de vida acelerado, cuidarse es todo un acto de amor. Y este pensamiento queremos trasladarlo a San Valentín y regalar (o autorregalarse) productos de belleza de cuidado personal. Y como la estética nos importa, y mucho, nos hemos dejado seducir no solo por la funcionalidad de los cosméticos, también por su cuidado packaging. Pensados para uso diario, todos los productos de la selección están avalados por cuidadas fórmulas. Además, se presentan en unos envases tan bonitos que invitan a tenerlos en el baño expuestos como objetos decorativos.