1 /13
Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Hotel Providence (París)

Cuando viajamos, se trata de permitirnos otra vida. El hotel Providence de París te lo pone en bandeja: es un escenario que se escapa por completo de la monotonía que dejamos atrás; su opulencia y privacidad es casi imposible recrearla en casa. También ofrece una sugerente historia en la que recrearse. El edificio data de 1854 y funcionó como hôtel de passe, esto es, como un lugar donde concertaban sus citas prostitutas y clientes. 

Ahora la orgía es más bien de colores y texturas. Pierre Moussié, empresario hostelero detrás del éxito de un buen número de bistrós en París, ha unido fuerzas junto a su mujer y a una de sus sobrinas para que los detalles cuenten. Así, cada una de las 18 habitaciones es una historia distinta. El trío ha jugado con elementos decorativos como terciopelos, piezas de anticuario y exuberantes empapelados de la firma House of Hackney. En un caso se recrea una selva, en otro, un gran kilim. 

Otros nexos en común son el minibar de cócteles con sobre de mármol de cada habitación. Incluye un libro de recetas para prepararte el perfecto dry martini o una caiprinha, así como una cubeta de cobre y resto de utensilios para agitar o mezclar. Toda la información sobre qué hacer y dónde la proporciona un iMac de 27 pulgadas personalizado para el cliente. Las amenities del baño son de Ramdane Touhami y en los balcones hay dispuestas sillas de ratán de Maison Gatti para asomarse a la callecita empedrada donde se sitúa el hotel.  

El vecindario no puede ser más chic. Rodeado de cafés y teatros, el hotel se encuentra junto a la Porte Saint-Martin, en uno de los barrios parisinos más de moda. Su restaurante y bar aspiran a convertirse en un punto de referencia de la zona. Les sobra carácter: a las mesas tipo bistró y las sillas Thonet No. 14 –que para esto se inventaron–, se suman sofás de piel propios de un club privado y una chimenea que se enciende en invierno. El empapelado aquí es de flores, mientras que la carta evita las excesivas florituras y los postres provienen de la deliciosa Pâtisserie des Rêves. Muy goloso.