Tras un largo y peliagudo trabajo de remodelación firmado por el arquitecto David Chipperfield,en mayo de 2018 la Royal Academy of Arts estrenaba nueva sede. Para responder a la expectación que ha creado el nuevo espacio, la primera de sus exposiciones de arte digital une al británico Bill Viola y al gran maestro florentino del Renacimiento, dos creadores separados por cinco siglos pero que comparten una preocupación por la condición de la existencia y la experiencia del ser humano. En total se podrá disfrutar de 27 creaciones, 12 realizadas por Viola entre 1977 y 2013 y 15 obras de Miguel Ángel (14 dibujos y el Tondo Taddei de la Royal Academy) que permitirán disfrutar de un diálogo entre ambos.

Virgen con niño y San Juan (1504-05). Michelangelo Buonarotti

La primera toma de contacto de Viola con la obra de Miguel Ángel fue durante sus años de formación, en Florencia en la década de los 70, pero fueron muchos los momentos en los que se reencontró con el legado del italiano, hasta el punto de que en 2006 visitó la sala de imprenta del castillo de Windsor para ver los increíbles dibujos que allí se conservan. En la Royal Collection Trust, organización colaboradora de la exposición, conoció a Martin Clayon junto al que conversó durante varios encuentros. Martin ha comisionado esta muestra junto a Kira Perov, del estudio de Bill Viola y Andrea Tarsia, comisaria de la Royal Academy of Arts.

Ascensión de Tristán. Vill Biola (2005)

Los puntos en común entre ambos aparecen de forma evidente mientras se recorre la exposición: las similitudes en su tratamiento de cuestiones elementales como la condición de la existencia, el carácter transitorio de la vida y la búsqueda de un significado que trascienda más allá de la mortalidad. En palabras de Viola, “a lo largo de mis viajes y vivencias, primero en Florencia y luego principalmente en culturas no occidentales, y a través de lo que he aprendido estudiando religión y filosofía antigua, comencé a descubrir una tradición más profunda, un trasfondo que trasciende a través del tiempo y las culturas: la tradición espiritual ancestral que se ocupa del autoconocimiento.”

Lamentación sobre Cristo muerto. Michelangelo Buonarotti (1532-3)

La exposición se ha diseñado como un paseo envolvente por los ciclos vitales, iniciando y finalizando el recorrido con la yuxtaposición de dos obras que reflexionan sobre la presencia de la muerte en la vida: el Tondo Taddei (esculpida aproximadamente entre 1504 y 1505), que augura el sacrificio de Jesús en la cruz junto a El Mensajero, realizado por Viola en 1996 y que se sirve de la metáfora del agua para representar el ciclo de nacimiento, vida y muerte.

Mujer ardiendo. Bill Viola (2005)

Las instalaciones de Viola a gran escala captarán totalmente la atención del espectador, por lo que no ha dudado en seleccionar piezas tan espectaculares como el Tríptico de Nantes (1992) que consta de tres pantallas que representan respectivamente a una mujer dando a luz, una figura suspendida en una enigmática penumbra y la madre del propio Viola en su lecho de muerte, “La conciencia de nuestra propia mortalidad es lo que define la condición de los seres humanos”.

Ángel en llamas, parte del panel Cinco ángeles para el Milenio (2001). Bill Viola

El virtuosismo de Miguel Ángel está claro, por lo que la muestra no pretende ahondar en este carácter del italiano. Las referencias mitológicas que reflexionan sobre la condición humana o las imágenes religiosas en torno a la muerte y la eternidad se presentan en el centro de la exposición con los Dibujos de la presentación, de 1530.

Los trabajos de Hércules (1530). Michelangelo Buonarotti

Las obras más grandes de Viola se podrán apreciar en el final de la exposición: Cinco ángeles para el milenio (2001), las monumentales proyecciones Mujer de fuego (2005) y La ascensión de Tristán (2005). Las tres obras muestran cuerpos que ascienden o descienden hasta desaparecer, evocando el último viaje del cuerpo y el paso del espíritu en la oscuridad o la gloria.