Hay un fenómeno curioso que ocurre en los supermercados un martes por la mañana: las parejas en edad de jubilación caminan con calma entre los pasillos, comentan los ingredientes con detalle y parecen tener todo el tiempo del mundo. Pero si uno se fija bien, descubrirá otro detalle revelador: llevan el carrito perfectamente organizado. Orden, funcionalidad y cierto gusto por el detalle. No es casual. Esa misma filosofía está colonizando sus hogares.
Lejos quedaron los tópicos de las casas senior con muebles heredados y cortinas de encaje. Las nuevas generaciones de jubilados —activos, informados y exigentes— tienen claro lo que quieren. Y cuando se embarcan en una reforma, el briefing que le dan al interiorista tiene muchas líneas rojas que no se pueden cruzar. Con un matiz importante: aquí no hay nada de postureo, hay experiencia.
Espacios que se adaptan (y no al revés)
El concepto de “hogar para toda la vida” cobra un nuevo significado a partir de los 65. No se trata de convertir la casa en una clínica, sino en un refugio que respete los ritmos propios, que facilite el día a día y que no exija esfuerzos innecesarios. ¿Ejemplos? Cocinas abiertas sin islas invasivas, duchas a ras de suelo con bancos empotrados, interruptores y enchufes a la altura justa, y mobiliario que invita a sentarse sin necesidad de hacer posturas de yoga.
La accesibilidad, lejos de sonar a hospital, se traduce en diseño inclusivo, líneas limpias y materiales agradables al tacto. Muchos interioristas apuntan que las parejas jubiladas piden casas “más fáciles”. Menos escaleras, menos mantenimiento, más naturalidad. El lujo, aquí, se mide en comodidad. Y en la posibilidad de vivir sin tener que pedir ayuda cada vez que hay que subir una caja al altillo.
También se repiensa el uso de los metros cuadrados. Es habitual que una pareja jubilada se mude a una vivienda más pequeña, pero perfectamente equipada: un dormitorio principal con baño integrado, un estudio multifunción para leer, pintar o practicar yoga, y una habitación de invitados para visitas breves. Nada sobra, pero tampoco falta.
Tecnología sin estrés y diseño con alma
Otro gran deseo de este perfil es la domótica, pero con condiciones. No quieren una app por cada persiana, ni memorizar comandos por voz. Lo que buscan es una casa que trabaje para ellos, no al revés. Persianas automáticas que suban solas cuando entra la luz de la mañana, termostatos que mantengan la temperatura estable sin sorpresas, luces con sensores de movimiento en el pasillo para evitar tropiezos nocturnos.
La tecnología, sí. Pero invisible, intuitiva y amable. Es más: los interioristas que mejor entienden esta generación son los que saben traducir la eficiencia digital en bienestar tangible. Nada de complicaciones ni interfaces que parezcan sacadas de un videojuego.
En cuanto al estilo, se acabaron las imitaciones del catálogo nórdico de turno. Las parejas jubiladas suelen saber muy bien lo que les gusta. A menudo tienen una relación más emocional con el mobiliario, herencias que desean reinterpretar o piezas adquiridas con tiempo y criterio. De ahí que muchos espacios combinen diseño contemporáneo con artesanía, recuerdos de viajes y textiles naturales. El resultado es un estilo sobrio, con carácter, en el que cada objeto tiene sentido.

Zona de lectura.
Eugeni Pons
Una casa pensada para recibiR
Con más tiempo libre y la agenda sin los horarios escolares de antaño, estas parejas recuperan el gusto por recibir en casa. Por eso, las zonas comunes se amplían y se hacen más versátiles. Salones con sofás generosos, mesas extensibles (por si vienen los nietos), buena iluminación y cocinas conectadas a la vida cotidiana. Nada de despensas escondidas ni cocinas-cueva.
Pero al mismo tiempo, muchas de estas casas están diseñadas para que quedarse en ellas sea el mejor plan. Espacios bien ventilados, terrazas soleadas donde leer el periódico, rincones de lectura con butacas que abrazan y, si se puede, un pequeño jardín donde experimentar con las plantas.
Y atención a un fenómeno creciente: los cuartos de baño “tipo spa”. Sí, el baño pasa a ser una estancia clave. Ducha efecto lluvia, banqueta para relajarse, estanterías con velas y buena iluminación. Porque cuidarse también pasa por dignificar los espacios más cotidianos.

En tono verde, los baños resultan relajantes
Germán Cabo
El arte de vivir con calma… y con criterio
Cuando se pregunta a los interioristas qué caracteriza a los jubilados actuales como clientes, la respuesta es unánime: saben lo que quieren. Tienen una sensibilidad muy clara, valoran el confort por encima de la estética pura y no tienen miedo a invertir –si la inversión vale la pena–. No siguen modas, siguen sus necesidades.
Y eso, en el mundo del interiorismo, es una bendición. Porque trabajar con alguien que no quiere impresionar, sino simplemente estar bien, es una oportunidad para volver al origen del diseño: hacer la vida más fácil, más humana y consciente.