Con sus 36 metros cuadrados, este piso de una única habitación puede presumir de ser un pisazo

Un mueble bajo de madera es el elemento de conexión entre el dormitorio y el salón. Es una pieza versátil y elegante que contribuye a separar las diferentes actividades que se desarrollan en este espacio.  

La cama es blanca, como las paredes, para que el conjunto tenga cohesión. De esta forma, la cama hace, naturalmente, la función de improvisado sofá. 

Los azulejos blancos, que van desde el suelo hasta el techo, cumplen su misión: hacer que el baño se perciba como un espacio más grande. Para el suelo, se ha optado por el contraste. 

El suelo de parqué ayuda a crear una atmósfera más cálida y confortable. La alfombra y demás textiles naturales también generan un ambiente acogedor. 

La ventana ilumina el salón, presidido por un cómodo sofá y una mesa de centro de forma ovalada. Los cojines en tonos suaves, como beige o gris, actúan como cálidos cómplices. 

Mediante una inteligente solución, se ha podido diseñar una cocina-comedor en la que hay espacio para todo. El contraste entre la madera y las superficies metálicas ayudan a crear una estética atractiva. 

En los 36 m² del piso hay lugar para un espacioso recibidor, donde se ha situado un práctico armario y un espejo con el marco negro y los contornos suaves. 

La sabia distribución del espacio es una de las claves del éxito de este piso, que, pese a sus reducidas dimensiones, brilla con luz propia. 

En la cocina, se ha optado por incluir un sistema de almacenamiento que combina armarios con puertas con estanterías abiertas. Las baldosas horizontales tienen un efecto amplificador.