Una casa señorial del barrio de Recoletos en Madrid, colores neutros, funcionalidad elegante y de repente, unas piezas clave de arte que logran el efecto de potenciar el interiorismo del piso sin interferir ni entre ellas, ni con el resto del mobiliario o la decoración. Simbiosis perfecta que nos llega de la mano de Mayúscula Interiorismo. El estudio respetó en todo momento la distribución original de los 240 metros cuadrados, pero utilizaron materiales como que piedras naturales, maderas o panelados, con la intención de obtener espacios cálidos y elegantes. Es ahí donde elementos propios de la vivienda se convierten en protagonistas insospechados gracias a la elección de piezas de arte que les acompañan en su función y en ocasiones, incluso sirven de soporte.

Así por ejemplo, en la entrada nos recibe un hall de acceso donde la chimenea que da a la zona del salón, hace las veces de separador entre ambientes y sirve de soporte, gracias a un recubrimiento de piedra natural que le otorga mayor jerarquía, y que se remata con una fotografía de rabiosos colores de Haris Nukem. Y al lado, una celosía de madera, recoge una pieza escultórica de Javier Marín.

Esta dinámica se sucede en todos y cada uno de los espacios de la casa. La cocina está integrada con el salón y se convierte en improvisado comedor, y se optó por revestirla con frentes de madera natural para que se integrara en el mobiliario y fuera un elemento más sobrio. La forma de dar protagonismo al comedor fue a través de dos lámparas de gran formato. Y como elemento principal de esa zona, un panelado oscuro con una fotografía de gran formato de José Manuel Ballester.

El cuarto de estar es una continuación del área de salón y comedor por lo que interesaba tener una pieza de arte como remate al entrar, que se pudiera ver desde fuera. Se escogió una divertida de rayos x de Nick Veasey para que no tuviera mucho color, que hiciera juego con el tono del panelado y contrastara con el del sofá. 

Los ocho ventanales se integran en la zona social con el uso de cortinas de telas continuas y un mobiliario de líneas limpias y colores neutros que brindan espacios apacibles y sofisticados, en los que no existe un protagonismo individual, sino la combinación armoniosa del conjunto de elementos.