El progreso constructivo ha permitido crear edificios con huecos cada vez más grandes para facilitar el paso de la luz natural y potenciar la relación con el entorno. A medida que los muros de fachada abandonaron su función como elementos estructurales de carga, estos perdieron su carácter opaco y macizo para dar paso a cerramientos más ligeros y transparentes. En la actualidad, el empleo de vidrios y perfiles con propiedades avanzadas de resistencia y aislamiento permite el diseño de superficies acristaladas de una gran ligereza visual, sin merma del confort térmico y acústico de un edificio. Todo ello con el objetivo no solo de crear una arquitectura más depurada y luminosa sino también generar ambientes más saludables dados los beneficiosos físicos y psicológicos que la luz natural tiene sobre las personas.
Desde la mirada de los clásicos modernos hasta las innovaciones tecnológicas
La modernidad se apropió con generosidad del lenguaje liviano del cristal, una cualidad que, en palabras del arquitecto francés Dominique Perrault, permite "trabajar sobre la desaparición, sobre los límites entre la presencia y la ausencia de la arquitectura". La Glass House o Casa de Cristal, de Philip Johnson (1949), y la Casa Fansworth, de Mies van der Rohe (1951) son ejemplos paradigmáticos de una arquitectura esencial y desmaterializada, con una estructura mínima sustentada sobre forjados y pilares de acero y hormigón y carente de muros ciegos, sustituidos por planos transparentes.
Desde el punto de vista técnico, la introducción de las carpinterías de PVC y aluminio supuso un avance importante respecto de las de acero o madera debido a la posibilidad de realizar secciones más ligeras. El límite al tamaño de las superficies acristaladas que estos perfiles pueden soportar lo marca la evolución de los herrajes. En la actualidad existen sistemas capaces de soportar hojas de unos 10 m2 y 300 kilos de peso aproximadamente con perfiles vistos de apenas 40 mm. Pero en proyectos a medida incluso se puede prescindir de las carpinterías para crear cortinas de vidrio sin montantes de dimensiones aún mayores. Esto es posible también al desarrollo de productos como la silicona estructural, que permite resolver adecuadamente la fijación de los paños de cristal al forjado o entre sí. De este modo se pueden crear amplios planos transparentes de una gran elegancia.
Cómo resolver las dificultades de las construcciones de cristal: climatización y seguridad
Cerrar una fachada con cristal es casi un must en latitudes frías debido a la necesidad de aprovechar al máximo el sol, pero en lugares más cálidos plantea una serie de problemas derivados de su comportamiento energético: la excesiva incidencia de la luz solar puede mermar el confort térmico del interior debido al sobrecalentamiento. Para contrarrestar este inconveniente los planos de cristal deben combinarse con elementos arquitectónicos y decorativos -voladizos, retranqueos de fachada, celosías, screens, etc.- para graduar la radiación solar. El propio diseño de los cerramientos acristalados también contribuye a un aislamiento térmico eficaz gracias a los sistemas de doble vidrio con cámara de aire y los perfiles con rotura de puente térmico, que impiden fugas de calor o frío entre el interior o el exterior. También existen vidrios con propiedades reflectantes que pueden reducir las ganancias de calor por radiación.
Otro aspecto a tener en cuenta es la seguridad frente a impactos. El vidrio templado es mucho más resistente que el vidrio normal, y en caso de fractura se astilla en pequeños fragmentos relativamente redondeados que evitan cortes. Otra opción es el vidrio laminado, compuesto por varias capas de cristal unidas por láminas de butiral de polivinilo. La gran elasticidad de este material plástico le confiere una alta resistencia frente a impactos ya que mantiene su adherencia al cristal.