Hace dos décadas recibió un Goya a la mejor actriz revelación por su interpretación en Lucía y el sexo. Tras una larga estancia en Hollywood, la sevillana Paz Vega volvió a España. Vive en Madrid, junto a su marido Orson Salazar y sus tres hijos: Ava, Orson y Lenon. Su cuenta de Instagram es el escaparate en el que la intérprete muestra su lado más seductor y cercano a la vez. Comparte sus viajes, sus estilismos para la alfombra roja y también algunos fragmentos de su vida privada junto a su familia y sus mascotas en su casa de Madrid. Te la descubrimos

Un gran espejo

La actriz, que acaba de cumplir 47 años y lleva casi tres décadas dedicadas al cine, este año va a dirigir su propia película. Para la alfombra roja, y en el día a día, Paz Vega siempre luce perfecta y se asegura de ello revisando la imagen que proyecta en el gran espejo de cuerpo entero que tiene en su dormitorio. ¿Sabes cuáles son las ventajas de decorar tu casa con espejos? Te las contamos aquí.

Aparador con personalidad

Si hay un mueble que le gusta a la sevillana, que terminó el año con un nuevo éxito en la comedia junto a Santiago Segura en la película A todo tren, es su aparador. Le gusta tanto que incluso le dedicó una carta durante los meses del encierro en la que se disculpaba por el caos que reinaba a su alrededor. Si necesitas saber cómo integrar muebles antiguos con una decoración moderna, como hace Paz Vega, estos expertos interioristas te lo cuentan aquí.

Forja en el patio

La vivienda en la que vive la actriz con su familia tiene un patio lleno de plantas. Al aire libre, sobre el suelo de baldosas, Paz Vega tiene una mesa con teselas y sillas de metal que se convierten en el escenario perfecto en el que leer un libro con calma o, quizá, el guion de su próxima película.

Comedor rústico

Paz compartió con sus seguidores una escena familiar en la que mostraba a sus hijos haciendo los deberes en el comedor de la casa. En la habitación reinan los colores claros tanto en la alfombra como en el tapizado de las sillas. Es una estancia clásica a la que le ponemos solo una pega muy subjetiva para que no nos llamen pelotas: la mesa nos parece que tiene un estilo demasiado rústico para el conjunto total del espacio.