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Imagen del exterior de la casa de Manuel Herz en Zurich bautizada como "Ballet mecánico".

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El edificio dialoga con su entorno a través de su fachada.

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La piel exterior se adapta a las rutinas de los usuarios.

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Las persianas horizontales proporcionan espacios temporales o intimidad.

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La fachada combina elementos desplegables y estáticos.

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En su movimiento dinámico, la fachada dibuja hasta 20 tonos de rojos y azules.

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Los beneficios derivados de las viviendas se destinan a apoyar el arte emergente.

En un tranquilo barrio a las afueras de Zurich, el arquitecto Manuel Herz ha proyectado un edificio residencial con una sorprendente fachada. La construcción se encuentra muy cerca del Museo Heidi Weber de Le Corbusier, cuyo alzado se compone con un mosaico de coloridos paneles, a los que hace alusión la obra de Herz.

Además de esa conexión arquitectónica, una de las mejores cualidades del lugar es su entorno. Cerca del lago Zurich, el edificio se sitúa en una antigua villa con una vegetación escultórica. El proyecto busca dialogar con el ambiente a través de su fachada, se abre al exterior para atraerlo, respira y evoluciona a lo largo del día como si de un elemento natural se tratara.

Las cinco viviendas que albergan el "Ballet mecánico", como se ha bautizado al proyecto, tienen una estructura similar a la de otras casas de la zona. Lo que las hace únicas es su capacidad para extender la superficie interior útil gracias a su fachada dinámica. La piel exterior adquiere todo el protagonismo del proyecto, adaptándose a las rutinas de los usuarios: los balcones se despliegan para tomar el café de la mañana y se cierran para favorecer el descanso y la intimidad.

El sistema se compone de persianas horizontales y verticales, con forma triangular y vértices redondeados. Una vez desplegadas, crean espacios temporales, incorporando a las viviendas un balcón techado. Las persianas verticales ayudan a oscurecer las estancias interiores cuando están cerradas y proporcionan intimidad entre las viviendas cuando se despliegan.

Gracias a un mecanismo hidráulico, la fachada incorpora elementos desplegables que se combinan con otros estáticos: una plataforma horizontal se extiende para convertirse en un balcón con barandilla; un techo móvil actúa como elemento de sombra; un elemento estático proporciona balcones accesibles permanentemente y diversas paredes sectorizan el espacio de cada estancia.

El tono uniforme gris metalizado y la aparente sobriedad cromática del edificio, desaparecen por completo cuando las persianas comienzan a desplegarse, dibujando hasta 20 tonos de azules y rojos que invade la fachada y hacen un guiño al proyecto vecino de Le Corbusier.

Las viviendas tienen un carácter especial: el propietario, un coleccionista de arte, destina cualquier beneficio derivado de su uso a apoyar una fundación que impulsa el trabajo de artistas emergentes. El particular interés del dueño por el arte cinético fue una de las inspiraciones del arquitecto a la hora de proyectar el edificio.