El mago de la madera y sus sorprendentes creaciones

20 de marzo de 2023, 09:30

Las piezas que surgen de las manos de Lucas Castex (Francia, 1977) son tan esenciales como el taller donde nacen, un granero abierto al exterior en las Landas, donde trabaja todo el año. "Pasé diez años en la isla de Reunión, pero en 2015 decidí volver a mi tierra. Estos bosques son el ‘barrio’ de mi infancia, donde vive toda mi familia", nos cuenta. No es de extrañar, pues, que sus esculturas, mesas, "collares", bancos, mesitas y cabeceros parezcan salidos directamente de la naturaleza y que tengan la esencialidad áspera de Chillida o del arte primitivo africano, referencias en las que se reconoce.

"Yo soy autodidacta, empecé a esculpir muy tarde. Me considero más artesano que interiorista. No he estudiado Bellas Artes ni mis padres o abuelos son artistas ni diseñadores, pero sí me he rodeado siempre de gente muy valiente que persigue sus sueños", confiesa.

SELECCIÓN NATURAL

Comenzó, dice, intentando dar forma a sus deseos, y desde muy pronto eligió a un aliado perfecto: la madera. "Habiendo nacido en este entorno era casi inevitable. Me gusta todo, desde la cerámica al cristal, la pintura, los bordados, etcétera, pero prefiero coleccionarlos tal y como los han utilizado artistas a los que admiro. Me fascina todo lo que no soy capaz de hacer".

Sin embargo, para esculpir se queda con la madera, en particular el roble, su "magdalena de Proust". Sus colores son siempre neutros porque únicamente usa dos tintes naturales: marrón y negro. "Los matices provienen del largo proceso de trabajo sobre la materia prima. Me encantan esas texturas crudas que surgen de los troncos de los árboles. Aplicar un color no me parece necesario, quizá por una cuestión de respeto", añade.

En su taller no hay bocetos, ni plantillas, ni ordenadores. Todo se corta y se acaba a mano o con máquinas muy sencillas que le obligan a recomenzar de nuevo con cada pedido. "Pero no tiene nada que ver con el atelier de un artista; hay mucho más polvo", se ríe. Aunque el mimo con el que moldea sus objetos únicos, que se compran solo bajo pedido, le desmiente.