Enric Montefusco: «Me gusta la escultura minimalista. ¡Ojalá pudiera poner una de Richard Serra en mi jardín!»

Economista de profesión, trabajó como bancario hasta que el relativo éxito que alcanzó con su banda de hardcore melódico Standstill le permitió abandonar un trabajo insatisfactorio. Por la misma regla de tres, cuando la necesidad de expresarse de otra manera le impulsó a ello, dio carpetazo a los veinte años de trayectoria del grupo y en 2016 comenzó su carrera en solitario.

Enric Montefusco en el interior de su masía.
Alberto Gamazo.

20 de marzo de 2020, 10:33

Todo forma parte de un proceso. Pero son pocos los que deciden salir de su zona de confort y plantearse cambios trascendentales en su vida. Pero en 2010 ya lo había insinuado en la letra de Adelante, Bonaparte, una de las canciones más famosas de Standstill: «Me voy a inventar un plan / Para escapar hacia delante». Y lo hizo. En 2016 publicó un disco titulado «Meridiana», en el que plasmaba el significado de crecer y vivir en una barriada popular, al que siguió, tres años después, «Diagonal», que mostraba el anverso: el lugar donde reside el auténtico poder…

Entre medias, el cantante y guitarrista fue padre en 2017, a los cuarenta años, y decidió abandonar Barcelona en busca de otra forma de vida más parecida a lo que siempre había anhelado. Y ahí le encontramos, en el Alto Ampurdán, viviendo una vida plena.

¿Vives en la casa de tus sueños?

Pues podría decirse que sí. O lo puede llegar a ser, pero sí siento que estoy donde quiero estar, que es algo que no me había pasado antes.

¿Encargaste los planos a un gran arquitecto?

No. Conozco algunos nombres de grandes arquitectos, pero nunca los he pensado como algo para mí… Es una masía, a unos doscientos metros a las afueras de un pueblo muy pequeño del Alto Ampurdán. Desde la ventana de mi habitación veo caballos. Estoy completamente rodeado de naturaleza.

El cantante, en uno de los accesos a su vivienda del interior de Gerona.

¿Cambias frecuentemente la decoración de tu hogar?

No. Es una casa bastante grande y llevamos apenas un par de años aquí. Hemos ido «conquistándola» poco a poco, habitación tras habitación. Y en ese sentido, hemos ido ganando paulatinamente espacio y lugares para hacer cosas diferentes. Cada día que haces un cambio te aparece un «nueva» habitación y eso afecta a la distribución del resto de la casa. Pero ya se puede decir que casi, casi, la tenemos entera.

¿Buscas objetos de diseño «de autor» o desconoces de quién es el sillón en el que te sientas?

La verdad es que no me fijo demasiado en esas cosas; busco un mínimo de estilo y de funcionalidad. Que encaje un poco en el conjunto y que me dé buena energía.

¿Vas a IKEA por sus albóndigas o te gusta por algo más?

Bueno, hay una parte de IKEA que nos es muy útil, para las pequeñas cosas. Creo que es inevitable. Muchos estamos abocados a eso cuando compramos los muebles, o incluso la ropa, a encontrar cosas sobrias y funcionales. Lo que sí es cierto es que prefiero que no tengan «el sello» de una marca. En nuestro caso buscamos que la decoración esté al servicio de la casa y del entorno, que tiene más que ver, casi, con la neutralidad y la funcionalidad, porque el entorno te marca en todos los aspectos.

La decoración de su masía es escueta y su mobiliario se basa, fundamentalmente, en elementos rústicos y de madera.

O sea, que tienes cerámica de La Bisbal del Ampurdán por todas partes…

Sí, por ejemplo. Aquí hay cerámica y cosas de madera. Nos gusta mucho la madera y el hierro; el estilo rústico autóctono y atemporal nos encaja, por el espíritu mismo de la comarca. Nos gustar utilizar objetos que se han utilizado toda la vida… Me siento cómodo en ese lugar. Me pasa como con la música, que no busco distinguirme de nadie. Con los objetos intento lo mismo: integrarme en el entorno y establecer, casi sin querer, relación con otros que han estado aquí antes.

Amante de la escultura minimalista, al cantante le entaría tener una pieza de Richard Serra en su jardín. En la imagen, «Te Tuhirangi Contour» (1999/2001 - 56 planchas de acero corten 252m x 6m x 50mm) situada en el parque de esculturas Gibbs Farm, en Nueva Zelanda. Esta, evidentemente, no cabría en su jardín….

¿Empleas cuadros o esculturas como elementos decorativos?

Poco. Porque, además de respirar un estilo un poco rústico, también soy un poco minimalista. Tengo pocas cosas y, entre ellas, pocos cuadros. Todo forma parte de un mismo todo; la suma de pequeñas cosas al final me da un entorno agradable en el que me siento cómodo.

Tengo algunos cuadros encontrados en tiendas de antigüedades. No hay un autor. No busco eso. Busco más objetos «con historia», que me transmitan el paso del tiempo. Tengo un cuadro que me gusta mucho, medio roto, esculpido en madera. Pero, eso sí, me gusta la escultura minimalista. ¡Ojalá pudiera poner aquí un detallito de Richard Serra, por decir algo en el jardín! Pero no me da para ello. También me gusta Enric Pladevall. Tiene su fundación muy cerca de mi casa, en Ventalló. Él sería otro de mis referentes.

En 2015, Enric Montefusco participó en «Giralunas», un disco de homenaje a Luis Eduardo Aute. El veterano cantautor le regaló uno de sus cuadros en agradecimiento.

Siendo la tuya una profesión creativa, ¿no tienes amigos artistas de los que puedas presumir en casa?

Bueno, tengo un cuadro que me regaló Aute, de cuando participé en Giralunas, un disco de homenaje en el que participé y en el que interpretaba su tema Besos como balas. Es lo más famoso que tengo.

¿Qué es lo último que has comprado para tu casa?

Ahora estamos cambiando las puertas, las estamos decapando y pintando y lo último que he comprado son ¡los materiales para trabajar! Nos gusta hacer las cosas con nuestras manos y eso es lo último. Nos hemos armado de productos y de herramientas para ir cambiando el color y el carácter de todas las puertas y ventanas que hay, que son muchas.

¿Tienes una habitación para exponer las guitarras?

No. Solo tengo la guitarra española electroacústica, que se amplifica y una acústica estropeada. Nunca me he sentido muy «músico». Ni he sentido que mi herramienta fuera el instrumento. Mi herramienta es más el pensamiento. No controlo de marcas de guitarras, ni me interesa tener muchos tipos de guitarra. Todos los miembros de mi banda saben muchísimo más que yo. Yo cojo la guitarra y no sé ni lo que cojo.

Lo que necesito en casa son espacios más o menos amplios, silenciosos, con intimidad. El jardín me ofrece también espacios que me permiten bajar la guardia, abrir las compuertas y que salga lo que tenga que salir. Ese es el lugar que yo busco, no un estudio de grabación lleno de tecnología.

El músico no posee una colección de guitarras… la única que usa es una española eelctroacústica. Su herramienta de trabajo, dice, no es el instrumento, sino «el pensamiento».

¿Y ha sido siempre así o en el pasado, con Standstill, que era un grupo de música más dura, tenías otros planteamientos? No sé, una guitarra tipo hacha…

Cuando era adolescente me gustaba el hardcore y el heavy metal. Tenía una guitarra eléctrica y un «ampli» en casa para hacer el bruto, claro. Pero enseguida, cuando pasé a intentar hacer mis canciones, siempre he compuesto con una acústica o una española, y a partir de esas composiciones o proto-composiciones, lo trasladaba al local, y lo ampliaba y matizaba, y lo mejoraba con el resto del grupo. Pero esa parte, en casa, siempre ha sido muy íntima.

Me imagino que si te has llevado alguna vez a casa de muebles viejos, de esos que la gente deja junto a los contenedores.

Hace años que no lo hago, pero durante un tiempo, cuando vivía en Barcelona y me hacía más falta, sí lo hice. Alguna cajonera… Bueno, en realidad, de todo un poco.

¿Te gustaban «las casitas de colores» de las que hablas en Meridiana, la canción?

A ver, de niño, en tanto que niño, ese diseño era gracioso, atractivo, colorido… Como cajitas. Y me resultaba simpático. Es Sanguerlín, en Santa Coloma de Gramanet. Luego, evidentemente, de mayor, cuando entiendes las connotaciones que tiene, en cuanto a la pobreza económica y cultural que reside en ellas, mi relación ha cambiado un poco. Y con la ciudad en general. Poco a poco lo que me podía ofrecer la gran ciudad ha cambiado.

Tus dos discos en solitario, Meridiana y Diagonal, ¿qué simbolizan?

Meridiana es el barrio donde nací y crecí, que es un barrio, o unos barrios, populares, donde se nos presentó la vida de cierta manera, a mi generación y a otras también, y en mi primer disco sentí la necesidad de hablar de las cosas que quizás no eran tan normales y que sí se nos presentaron como normales. Ahí es donde intento encontrar el sitio donde confluye la vida íntima y personal con una de las cuestiones más sociales y políticas.

Diagonal, en esta simbología que tengo en mi cabeza, sería lo opuesto: el barrio donde se concentra más poder, donde se concentran los negocios, los bancos, etc. El sitio en el que yo mismo, a medida que ha ido prosperando mi trabajo, he tenido que ir más e, incluso llegué a vivir cerca de la Diagonal. Es el lugar que representa la prosperidad o «la supuesta prosperidad» y este segundo disco habla de las contradicciones y los precios a pagar para cumplir esas expectativas.

Las torres de La Caixa, símbolo máximo del poderío económico que representa la Diagonal.

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