En la pasada feria de arte Arco, la galería Max Estrella presentó el choker diseñado por el artista Eugenio Ampudia Solo caos veo ante mí que ahora viaja unos pocos kilómetros para exponerse en la joyería Grassy de la Gran Vía, donde es posible adquirir 15 reproducciones en edición limitada de la pieza, una estructura de oro gris mate de 18 quilates con letras de oro amarillo de 18 quilates y peso de 40 gramos.

La frase 'Solo caos veo ante mí' la dijo el historiador alemán Aby Warburg

La frase que escoge Ampudia para su obra Solo caos veo ante mí la dijo el historiador alemán Aby Warburg al final de su vida, cuando trataba de concluir el Atlas Mnemosyme, una recopilación de más de dos mil imágenes articuladas en 60 planchas reunidas en virtud de sus analogías internas. El contraste de la desgarradora frase con el material en que está pronunciada es el reflejo de la posmodernidad indiferente que el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky resume en esta frase:

"¿Alguna vez se organizó tanto, se edificó, se acumuló tanto y, simultáneamente, se estuvo alguna vez tan atormentado por la pasión de la nada, la tabla rasa, la exterminación total?".

El 'choker' es una pieza que ha tenido diversos significados a lo largo de la historia

Fue en Mesopotamia y Egipto donde las mujeres ataron a sus gargantas los primeros chokers, pero no tanto por coquetería como por protegerse y ejercer poder. A lo largo del Renacimiento adquieren una función más decorativa, y durante la revolución francesa los lazos rojos alrededor del cuello son un homenaje a los guillotinados. En el siglo XIX las prostitutas cambian el lazo rojo por uno negro, y ninguna como la Olympia de Manet para darle este nuevo significado. Lo retoma Degas para sus bailarinas y como joya para esconder una herida de nacimiento, Alejandra de Dinamarca, esposa de Eduardo VII, Princesa de Gales y Reina de Inglaterra. Hoy sigue siendo una joya con múltiples connotaciones, representando desde la mayor de las provocaciones hasta la elegancia más absoluta.

Considerada como una de las joyerías míticas de Madrid, Grassy cuenta desde sus inicios en 1929 con los talleres de impecables artesanos que han trabajado a lo largo de años y generaciones al servicio de diseñadores y artistas que han colaborado con la joyería.