Como en una película de Tod Browning, pero a todo color; sin mujeres barbudas, enanos, siamesas, ni mutilados, sino más bien con una mirada global, proteica y lúdica, a los propios monstruos: “Esos que de primeras nos asustan, pero también sirven para abrir nuestras mentes, los que nos recuerdan nuestras limitaciones y desatan los miedos internos… Monstruos que muy bien pueden servir como esos escapes que todos necesitamos”. El Monsters Cabaret es la propuesta de Lasvit para el próximo Salón del Mueble de Milán y se presenta, con mucha mofa y aires carnavalescos, acompañado de un festival circense y las bailarinas del Prague Burlesque, en el Teatro Gerolamo, un antiguo escenario para espectáculos de marionetas, y de uno de los puntos más trepidantes del Fuorisalone.

Rombo 1, de Alessandro Mendini.

El desfile de criaturas fantásticas, aterradoras, conmovedoras, simpáticas y hasta patéticas indaga en el concepto mutable de monstruosidad, entendida como mezcla de lo diverso, lo disruptivo, lo oscuro y lo inquietante.

Something Underneath, de Nendo.

Los freaks de la casa cristalera checa se presentan en infinitas formas, dimensiones, acentos y colores, siempre en vidrio, pero con hallazgos que subrayan las diversas ópticas nacionales y personales, y es que los miedos no saben igual en Italia o en Japón, en Holanda o en Bangkok, en Estados Unidos o en Brasil. Por eso, la propuesta de los Hermanos Campana, Fernando y Umberto, dos de los diseñadores latinoamericanos más audaces del momento, monstruos androides del espacio exterior como los chepudos Flix y Flex, poco tienen que ver con los amuletos de la buena suerte que propone el veterano diseñador milanés Alessandro Mendini Rombo 1 y Rombo2, de aires tribales.

Lenin, de Maxim Velcovsky.

Así seres enternecedores, entre lo vegetal y las mascotas de estudios Ghibli (obra de los canadienses de Yabu Pushelber, que confiesan haberse inspirado en el folclore nipón), desfilan junto al verde Marciano bulboso del artista nonagenario checo René Roubíček o al intrigante Something Underneath del japonés Oki Sato (Nendo), que propone una especie de sábana negra en la que se adivinan formas amenazadoras.

Colección Tsukumogamim, de Yabu Pushelberg.

De las enternecedoras criaturas dentonas y multicolores del holandés Maarten Baas al perturbador espejo enmarcado por garras y ojos saltones del italiano afincado en París Maurizio Galante; del icono con forma de estrella que une cierta reminiscencia al Hombre de Vitrubio y guiños de juguete erótico de Favio Novembre, al monstruo geométrico ideado por el checo residente en Japón Stanislav Muller, o la recreación de San Jorge y el Dragón de Jaroslav Brychta, la colección que han ingeniado el director de estrategia creativa, Stephan Hamel y el fundador de Lasvit, Leon Jakimic, pretende crecer de año en año: “Cada cultura e individuo concibe el concepto de ‘monstruo’ de un modo diferente. La cuestión de qué sea la monstruosidad se hace real en esta colección”.

Rosencrantz & Guildenstern, de Daniel Libeskind.

Como sea, el trabajo del cristal de bohemia adquiere dimensiones nuevas y muy audaces, así en la obra Libeskind, dos amorfos seres recostados apodados Rosencrantz and Guildenstern (igual que los personajes de Hamlet) y esculpidos en óxido de sal. Libeskind asegura haber trabajado, primero, en un prototipo de arcilla tallado con un cuchillo de cocina y trasladado al cristal con una sofisticada técnica que da un acabado único y tonos cambiantes entre los marrones y los verdes, en virtud de la luz.

Rombo 1, de Alessandro Mendini.

A todos estos seres los domina el enorme tótem ideado por el propio director creativo de Lasvit, Maxim Velčovský . Se trata de The Independant: the master monster, un “laberinto audiovisual” en forma de escultura de 7 metros en la que se encastran 111 monitores que en ocasiones retransmiten susurros, inquietantes ruidos o hasta amenazadoras advertencias en diversos lenguajes.