Eero Saarinen

Prolífico y versátil a pesar de su corta existencia, Eero Saarinen (1910-1961) fue un innovador en las formas de la arquitectura y el diseño de mobiliario. No quiso limitarse por la geometría estricta del funcionalismo y abrazó la sensualidad y el simbolismo de las formas curvas. A cada año que pasa su figura se engrandece y se reconoce su decisiva contribución a la arquitectura moderna y su fuerte compromiso con el diseño intuitivo y humanizado.

Eero Saarinen

Vivió tan solo 51 años, y murió sin ver levantadas dos de las obras que le han otorgado un lugar prominente en la historia de la arquitectura y dieron identidad arquitectóncia a Estados Unidos: la terminal de la TWA en el aeropuerto Kennedy de Nueva York –hoy monumento nacional–  y el arco Gateaway de la ciudad de San Luis, un homenaje a los americanos que exploraron el Oeste del país, y que en su audaz forma y en su complicada ingeniería simboliza a la perfección el desafío y la aventura de aquella expansión. El monumento se acabó en 1965, cuatro años después de su muerte, y, como muchas de las obras de Saarinen, provocó controversia en su momento, aunque hoy es un hito fundamental.

Terminal TWA en el aeropuerto JFK de Nueva York (1962)

A lo largo de su trayectoria, ejerció una arquitectura ecléctica, en la que otorgó a cada edificio un carácter individual que respondía a las necesidades físicas y simbólicas del cliente, aunque para ello tuviera que saltarse algunas premisas de la arquitectura moderna y fuera acusado de excesivo o retórico por los guardianes de la modernidad.

Arco Gateaway en San Luis, Misuri (1965).

Eero Saarinen trabajó en la década de los años treinta con Charles Eames, quien había estudiado en la Academia Cranbrook de Michigan, una institución dedicada a resaltar la fusión de forma y función, material e idea, oficio y tecnología. El edificio de la Academia había sido diseñado precisamente por el arquitecto finlandés Eliel Saarinen, padre de Eero.

Colección Tulip, Knoll (1957).

Junto a Charles Eames, Saarinen fue pionero en el diseño de muebles que se adaptaran a las formas del cuerpo humano y conservó este interés por las formas y las estructuras orgánicas en su trabajo como arquitecto, tratando de ampliar la gama expresiva de la arquitectura moderna.

Butaca Womb, Knoll (1948).

Por eso su contribución en este campo dejó también una fuerte huella: la mesa y la silla Tulip, y la butaca Womb, todas producidas por Knoll, son objetos de culto para los amantes del diseño. La silla Tulip, diseñada en 1956, manifiesta la búsqueda de Saarinen de una forma continua, ininterrumpida y cómoda para distintas tipologías del cuerpo humano. También es célebre la serie de asientos que creó junto a Charles Eames para el concurso Organic Design in Home Furnishing, que hoy en día fabrica Vitra bajo el nombre de Organic.

 


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