Buen amigo de lo sencillo y de lo funcional, Miguel Milá siempre parecía estar en una búsqueda constante de la esencia del objeto. Como esos libros que no necesitas terminar para saber que están destinados a ser clásicos, su trabajo pronto se volvió omnipresente en la vida cotidiana de los españoles. Lo que para otros diseñadores podría parecer una odisea conceptual, para Milá era una cuestión de sentido común: hacer que lo útil también sea bello. Sin grandes aspavientos, sus creaciones se convirtieron en una especie de patrimonio de lo cotidiano.
La muerte de Miguel Milá, en el verano de 2024, dejó un vacío en el diseño español que es difícil de llenar. Pero, por fortuna, su legado vive en nuestras casas, oficinas y espacios públicos. Si alguna vez te has sentado en una silla de ratán o has ajustado la altura de una lámpara con un simple gesto, puede que hayas interactuado sin saberlo con una de sus obras maestras. Porque ese era el gran genio de Milá: sus diseños están tan presentes en nuestra vida diaria que a menudo se sienten como una extensión natural de nuestro entorno, en lugar de piezas de museo.
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