Del negro al arcoíris y por el camino seis colores que resulta que están riquísimos. Nunca nos habíamos preguntado a qué saben los colores, porque en Arquitectura y Diseño somos más de plantearlos en nuestro hogar a modo de pared, mueble, pieza de arte o accesorio. Pero el restaurante Sinestesia, en Madrid, nos invitó a saborearlos, para así ser capaces de verlos (y sentirlos y degustarlos) con otra forma y texturas. La experiencia viene de la mano del chef Kiko Moya, que con dos estrellas Michelin y tres Soles Repsol con L'Escaleta, convierte en magia todo lo que toca.

Se trata de una experiencia gastronómica inmersiva, que combina tecnología y alta cocina para sumergir a los comensales, 16 en torno a una única mesa, en un viaje multisensorial diseñado para dar respuesta a esa gran pregunta del titular. Pero no sabes nada de esto cuando llegas, solo estás esperando en una sala mientras te ofrecen un delicioso cóctel para ir abriendo boca.

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A qué saben los colores

Luz, color, música, todo acompaña a los platos de Kiko Moya.

Sinestesia

Cuando están todos los comensales, se cierra la puerta, te preguntan si estás preparado y entonces, fundido a negro: a oscuras te conducen a una sala donde una enorme mesa con los nombres de todos, te espera. Y empieza un espectáculo de dos horas y media que combina sorpresa, diversión y dinamismo gracias a varios estímulos audiovisuales proyectados en el espacio a medida que se va presentando el menú. A través de locuciones, Sinestesia construye una narrativa en la que imágenes, sonidos, mensajes, sabores y texturas son clave para vivir una experiencia inolvidable.

El primer viaje lo hacemos al morado, malva, púrpura o violeta que, tal y como nos sugiere la voz en off que nos va guiando, "juega con la mezcla suave del azul y la sal y el sabor fuerte del rojo", que el chef convirtió en un delicioso salmorejo de remolacha, pétalos de cebolleta y gel de agua de rosas.

A qué saben los colores

La experiencia incluye un increíble maestro de ceremonias que te va guiando por lo sabores y las texturas.

Sinestesia

El azul "de los ojos de Leonardo di Caprio, una de las etapas de Picasso o del mar que es de donde proviene la vida", se tradujo en una quisquilla marinada en sal cítrica, fideos traslúcidos, alioli y sofrito ligeramente picante. Como el verde "no necesita departamento de relaciones públicas porque se vende solo", el chef lo transformó en un humus cremoso de alcachofa. 

Como buen provocador, el amarillo tuvo forma de arroz del Senyoret y gamba roja con alguna sorpresa. Y el naranja, único color que le da nombre a una fruta, calentito, acogedor como un atardecer o ese amigo discreto que siempre está ahí, nos llegó dentro de un huevo de oro mientras la sala se transformaba en un viaje en tren. Para el rojo hubo que sacar los abanicos, porque la mesa se convirtió en un volcán en erupción que nos hacía comer una tira de asado sobre ceniza de cebolla que se deshacía.

A qué saben los colores

Un espectáculo gastronómico-sensorial que es una delicia.

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Y cuando parecía que nada podía estar más rico, tener más tonos o llevarnos a otro universo, llegó el postre. Un estallido de color con Coldplay de fondo y una supermousse de chocolate que nos dejó sin palabras. Desde entonces, solo nos dan ganas de comernos los sofás verdes, hincarle el diente a la pared azul y por supuesto, meter la cuchara al amarillo de nuestra silla favorita. Así que, ¿que a qué saben los colores? ¡A nuestra casa!