Es difícil resistirse a la emocionante sensación lumínica que produce el arcoiris. El hipnotizante fenómeno óptico descompone la luz solar en un espectro multicolor visible, que va del rojo al violeta, y dota de cierta apariencia a la luz.
La sugestiva relación entre materialidad y luz ha supuesto una experimentación constante para diseñadores y arquitectos, decididos a hacer interactuar en sus creaciones ambos conceptos para sorprender al observador. Ahora es el turno del artista coreano Taehwan Kim, que en su nuevo proyecto Light Chair consigue desconcertar al espectador con una silla que parece atrapar el arcoiris.
La aparente inmaterialidad de la pieza se consigue gracias a que el asiento y la parte posterior del mueble están hechos de policarbonato transparente flexible, cubierto por un elemento llamado película dicroica. Esta película dispersa y refleja la luz a medida que la atraviesa, mientras que la combinación de ambos materiales crea el efecto hipnótico.
El proceso que utilizó Kim fue diseñar primero el esqueleto de acero tubular lacado, sobre el que descansa la silla. Después cortó la plancha de policarbonato, una pieza única, para que se adaptara completamente a la estructura. A través de una serie de ojales la plancha se agarra a los brazos de la silla.
La interacción entre la luz y los materiales gracias a la película dicroica muestra diferentes colores en condiciones de luz cambiantes o según el ángulo de visión. La luz que pasa a través de la silla no solo altera el color del asiento, sino también su sombra reflejada.
El resultado final es un cuerpo en constante variación que crea la ilusión de un haz luz atrapado en el marco de acero. Lo que hace que esta experiencia visual sea tan cautivadora es precisamente su apariencia cambiante; a medida que el observador se mueve alrededor de la silla y modifica su perspectiva, la pieza parece cobrar vida.