Si alguna vez te has probado ropa en un probador mal iluminado, sabes lo que una luz implacable puede hacer por (o contra) ti. Ahora imagina vivir cada día bajo esa misma luz. No parece muy apetecible. Pues eso es lo que ocurre en el 60% de los salones españoles, donde una única lámpara de techo intenta resolver todas las necesidades lumínicas del espacio. Con resultados, como era de esperar, muy poco favorecedores.

“Un único punto de luz en el techo no es suficiente para resolver las necesidades de un espacio tan polivalente como el salón”, advierte Cristina Amoroso Rivera, interiorista y fundadora del estudio Annanké Interiorismo. “Este tipo de iluminación general produce una luz plana, sin matices, jerarquía ni atmósfera. Además, puede generar sombras poco favorecedoras y una sensación de frialdad visual”.

Proyecto Comendadoras

Proyecto Comendadoras

annankeinteriorismo.com

El salón no es una oficina de correos

La iluminación de un salón no puede tratarse como si fuera la de una oficina o un vestíbulo. “El salón es un espacio que se utiliza para distintas actividades: leer, descansar, ver la televisión, recibir visitas… y cada una de ellas requiere un tipo de luz específico”, explica Amoroso. “Limitarse a una lámpara de techo compromete tanto la funcionalidad como el confort visual”.

La consecuencia directa de esa iluminación deficiente no es solo estética, sino emocional, funcional e incluso espacial. “Una iluminación deficiente puede transformar completamente la percepción de un espacio, haciéndolo parecer más pequeño, frío o incluso caótico”, afirma. “La luz mal distribuida aplana las texturas, distorsiona los colores y elimina los contrastes naturales que aportan profundidad y carácter al ambiente”.

Pero también hay un impacto directo en el bienestar de quienes lo habitan: “Una iluminación inapropiada puede causar fatiga visual, incomodidad y dificultar la realización de tareas cotidianas, afectando directamente la calidad de vida de quienes usan el espacio. Para mí, la iluminación es uno de los pilares fundamentales del interiorismo; puede potenciar un proyecto o, por el contrario, deslucirlo por completo”.

Proyecto Arniches

Proyecto Arniches

annankeinteriorismo.com

Diseñar con luz: las tres capas básicas

No todo el mundo dispone de un presupuesto infinito o del tiempo necesario para realizar un rediseño lumínico completo. Por eso, Amoroso propone una solución práctica y adaptable: una iluminación por capas que garantice lo esencial.

“En nuestros proyectos siempre trabajamos con un enfoque de iluminación por capas. Combinamos luz directa e indirecta —como tiras LED integradas, efectos lumínicos en paramentos, y luminarias decorativas estratégicamente ubicadas— para generar ambientes versátiles, cálidos y visualmente ricos. Una buena iluminación transforma el espacio, lo hace más habitable y más coherente con el estilo de vida de nuestros clientes”.

¿Y cuál sería la fórmula mínima viable?

  1. 1“No siempre se puede hacer un diseño de iluminación súper elaborado, pero creo que, como mínimo, todo salón necesita tres tipos de luz. Primero, una luz general que ilumine de manera suave y uniforme todo el espacio —y ojo, no tiene por qué ser siempre una lámpara de techo; puede ser luz indirecta o plafones, lo importante es que evite sombras molestas”.
  2. “Después, es fundamental tener iluminación puntual, especialmente en zonas de lectura o donde te gusta relajarte, como con una lámpara de pie o de sobremesa. Esa luz ayuda a que el espacio sea funcional y acogedor”.
  3. “Y por último, una luz ambiental que aporte calidez y haga que el salón se sienta realmente vivo y acogedor. Aquí entran apliques, tiras LED o luces indirectas que crean ambientes más íntimos y agradables”.
  4. “La magia está en combinar estas capas y poder encenderlas según lo que hagas en el salón: una luz para leer, otra para charlar, y otra para relajarte. Así, el espacio siempre se adapta a ti”.
Proyecto Skyline

Proyecto Skyline

annankeinteriorismo.com

Errores frecuentes y cómo evitarlos

Uno de los errores más comunes al elegir luminarias es el de dejarse llevar únicamente por la estética. Según Amoroso, esto es un fallo habitual y con consecuencias: “Uno de los errores más frecuentes que veo es no considerar la temperatura de color adecuada. A menudo se instalan luces demasiado frías que generan un ambiente frío y poco acogedor, cuando lo ideal es apostar por tonos cálidos que aporten confort visual y calidez”.

El segundo error es más conceptual: pensar que una lámpara bonita basta para resolver el conjunto. “Otro error es elegir la lámpara únicamente por su estética, sin valorar realmente su funcionalidad ni cómo se integra en el uso cotidiano del espacio. La iluminación debe servir para vivir y disfrutar la estancia, no solo para decorar”.

Y finalmente, el problema de las proporciones. “También se comete el error de no dimensionar bien las luminarias según el tamaño y la distribución del salón: tanto sobredimensionar como subdimensionar afecta la percepción del espacio y su comodidad. Además, muchas veces no se planifican suficientes puntos de luz auxiliares, lo que provoca zonas oscuras o mal iluminadas, creando ambientes desequilibrados tanto funcional como estéticamente”.

La solución está en combinar sentido común, funcionalidad y una buena planificación. “En definitiva, la clave está en un diseño lumínico pensado, donde estética y funcionalidad vayan siempre de la mano”.

Luz pensada, vida mejorada

Aunque la mayoría de nosotros creció con la idea de que “poner una lámpara en el techo” ya contaba como iluminar el salón, lo cierto es que este gesto automático se ha quedado obsoleto. Un salón bien iluminado no solo es más bonito: es más cómodo, más flexible y más humano.