Los showrooms están de moda en el mundo del diseño. Permiten mostrar los productos de forma que el posible comprador los vea en lo que aparenta ser su hábitat natural. Sofie y Frank, las almas detrás de la marca danesa de mobiliario y cocinas Vipp, han ido un paso más allá, han cruzado el océano para plantarse en Nueva York y han montado ahí un súper loft, (ubicado en uno de los clásicos edificios neoyorkinos de hierro fundido, en TriBeCa y con vistas al SoHo); que hace las veces de showroom, pero que es de verdad su casa. Ya no se trata de aparentar, sino de compartir un espacio vivido donde los diseños de la firma están realmente cumpliendo una función. 

Las señas de identidad de Vipp son la sofisticación industrial, la delicadeza minimalista, la elegancia monocromática y la excelencia en los detalles. El producto estrella de la marca es su ya icónico sistema modular de cocinas, gracias a la amplitud de espacio que esta quinta planta de lo que solía ser una fábrica, ha sido posible exponer en su cocina real el total de opciones que su marca ofrece. 

La pareja ha llevado a cabo personalmente el trabajo de decoración, ayudados por Raëd Abillama Architects que presentó propuestas para los baños y las carpinterías, siendo estas últimas fabricadas luego artesanalmente en Beirut por Elie Chaker.

Con esta atrevida propuesta de convertir su propia casa en el showroom de la empresa, la pareja pretende dar vida a los productos, mostrarlos llenos, en su lugar natural, en vez de fríamente expuestos para ser vendidos. 

Una de las cosas que nos sorprenden de este loft neoyorkino es el techo del salón, en blanco y con un acabado "glossy" con efecto espejo, refleja la sala duplicando la sensación de altura.  El diseño de esta vivienda apuesta por superficies sorprendentes en más ubicaciones, como las paredes, techo y suelos del baño que están cubiertas por placas de piedra persa, una cueva de lujo. 

El centro y corazón del estudio alberga a la ya mencionada reina de la corona, la cocina. Con techos de cuatro metros de altura, un parqué hecho de listones de 45 cm de ancho de roble y la infinita luz que entra por los ventanales, el escenario no podría ser más favorecedor. El sistema modular se despliega en una gran isla negra de cocina con una escultural campana; una segunda isla que hace las veces de bar con taburetes altos y, al fondo, en los altos módulos donde se encuentran electrodomésticos y armarios. La oscura cocina contrasta con las paredes de un claro y cálido gris que se abren dando lugar a un sistema de almacenaje hecho a medida en carpintería de aluminio y producido por Elie Chaker. Destaca el armario de las copas, en madera de roble, fabricado por Abillama. 

Sofie cuenta que los diseños de Vipp tienen su origen en el mercado profesional, las papeleras las diseñó su abuelo para la peluquería de su abuela, y del mismo modo las cocinas nacieron de una necesidad detectada de herramientas funcionales. La marca, de hecho, se considera a sí misma "constructora de herramientas".

Sus diseños conviven en el espacio con la amplia colección artística que Sofie y Frank han acumulado, especializados en arte escandinavo y sillas, honrando la herencia de la familia de ella que fundó la firma en 1930. La colección incluye objetos firmados por Alvar Aalto, Artek, Hans Wegner y Poul Kjaerholm.

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Adrian Gaut

Vista general de la fascinante cocina del loft de Vipp. El sistema modular en todo su esplendor, con sus dos islas, sus armarios traseros, el techo alto de vigas de cemento, el maravilloso parqué y los ventanales. Una cocina de sueño.

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Sofie y Frank Christensen Egelund, el presidente y la propietaria de tercera generación de la firma danesa que decidieron trasladarla al corazón de Nueva York. 

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Adrian Gaut

La isla principal de la cocina está presidida por una escultural campana extractora de diseño minimalista. Un cubo negro que baja del techo como si de una modernísima chimenea de diseño se tratase.

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Adrian Gaut

Detalle de las estanterías de la cocina en las que podemos ver una delicada cerámica artesanal en tonos blancos que dan luz al conjunto manteniendo el aire monocromático.

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Los armarios escondidos tras una pared fabricada a mano y a medida en carpintería de aluminio esconden joyas como este almacenaje para las copas diseñado en madera de roble. 

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Detalle del salón de la casa con una de las sillas de la colección de los Christensen, una butaca diseñada por Charles y Ray Eames. 

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El escritorio es una de las piezas con más alma de este loft neoyorkino. Construido en mármol verde y blanco y metal por Holger Nielsen, el abuelo de Sofie y quien fundara la firma danesa en los años 30'.

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Otra de las sillas de la colección de los propietarios de este loft, el clásico de Alvar Aalto.

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La casa está llena también de obras danesa como esta escultura y los cuadros que vemos detrás.

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Los baños están recubiertos enteramente con placas de piedra persa, desde el techo hasta el suelo pasando por las paredes. En este caso es una piedra en tonalidades beige que conviven con el sistema modular en blanco de la firma Vipp.

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Este otro baño está cubierto por una piedra de un color gris más oscuro que da un aspecto impactante al espacio con su ducha curva. 

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Estos divisores de cristal y metal separan el dormitorio y el estudio de la galería y están producidos artesanalmente en Beirut por Elie Chaker. Podemos ver también la pared de detrás de la cama que está cubierta por placas de acolchado, no necesitando así el uso de reposacabezas.

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Los mismos acolchados del dormitorio aparecen en el estudio donde esconden armarios con escritorios secretos. Este espacio está protagonizado por la imponente mesa en mármol verde y blanco.