Se asientan en una ladera, perfectamente mimetizadas en el denso bosque de Palafrugell (Gerona). Envueltas en paneles de corcho, estas dos estructuras sigilosas reflejan la textura y los tonos de los esbeltos pinos y robles de los alrededores. Con esta solución, además, López Rivera Arquitectoshan hecho memoria del pasado, pues en esta franja de la Costa Brava antaño se producía corcho. Las casas emergen de un terreno irregular y escarpado que se ha modificado lo menos posible, con pavimentos de grava permeables y vegetación de origen mediterráneo, dando la impresión de que nada cambió tras su intervención.
Las casas están construidas con madera contralaminada (CLT) y se asientan sobre una base de hormigón. No es su primera vez, pues López Rivera la consideran una alternativa más eficiente, sostenible y rentable que el hormigón y el acero. En esta ocasión una capa de corcho prefijada cubre cada panel externo. De 50 mm de grosor, se adhirió in situ utilizando mortero de cal hidrófobo transpirable. En contraposición a la opinión popular, el corcho es extremadamente impermeable (pensemos en los tapones de botellas de vino), resistente a la abrasión, retardante del fuego y buen aislante. Es además renovable, reciclable y sostenible, con una mínima huella de carbono.
Reflejando el bosque circundante, la madera CLT se ha dejado expuesta internamente. Se huye de los pasillos convencionales y, en su lugar, las habitaciones fluyen entre sí y se guían por su relación con el exterior. Las ventanas se colocan dispersas a lo largo de los edificios para capturar las vistas del terreno circundante, las copas de los árboles y la costa, más allá. Además, sobresalen de la fachada para crear espacios de descanso dentro de la casa, como miradores interiores. La mayoría de los encuentros familiares tienen lugar en la mayor de las dos viviendas, donde el piso principal se extiende a través de un toldo de hormigón independiente que forma dos terrazas que aparecen suspendidas entre los pinos.