En el apéndice italiano de Suiza se esconde el angosto valle de Rovana, cuya primera aldea es Linescio. En tan pendiente orografía solo se puede cultivar en terrazas y el castaño, abundante en las inmediaciones, es la madera que tradicionalmente se ha usado para todo. A la fuerza, sigue siendo un lugar detenido en el tiempo, de cuya existencia se sabe por documentos desde el siglo XV. Pero la erosión de los pasos de los años no se puede evitar y muchas de sus casas de piedra han sufrido un inexorable deterioro. Al rescate de una de ellas, de 200 años de antigüedad, llegó el estudio, con sede en Basilea, Buchner Bründler Architekten. La intervención fue la mínima y quizá la más honesta: apuntalarla con hormigón jugando con la fachada de granito en texturas y geometrías.

De nombre Casa D’Estate, el exterior sigue prácticamente intacto. Dentro es otra historia. Por el techo se introdujo el hormigón para cubrir capa a capa los desconchados y otros rotos en función de su profundidad. Sus superficies expuestas, sin tratar, exhiben la textura del encofrado. De este material es la bañera, diseñada como un hueco en el propio suelo, y la encimera de la cocina, con el fregadero integrado en una sola pieza. Las comodidades, por otro lado, son las mismas de antaño: sigue sin haber calefacción, paro al ser una casa para disfrutar durante los meses de verano no se vio que fuera necesario.

Tampoco se hizo un trabajo serio para tratar de aislarla; lo importante es que conservara su fisonomía original. Su suelo de piedra muestra el desgaste de los años, lo que se traduce en una bella superficie pulida, y sigue en pie la estructura de madera de la casa; donde fue necesario, se apuntaló con vigas de acero. Quien pase ahí unos días disfrutará de suficiente espacio, pues dispone de sala de estar, dormitorio, cuarto de baño y cocina.