La mesa de centro es más que una pieza de madera rectangular donde apoyar la taza del café o el mando a distancia. Desde un punto de vista decorativo, ella sola es capaz de darle un vuelco a la personalidad del salón transformando una estancia algo monótona en otra más interesante y auténtica. Un salón clásico se llenará de matices con una de cristal, de la misma manera que uno más actual se revalorizará con otra de estilo francés. Sin embargo, para acertar con la adecuada hay varios factores que es necesario tener en cuenta, como por ejemplo su función o su altura respecto al sofá.

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Mesa de centro en madera y cristal
Sidekix vía Unsplash

Para empezar

Al elegir una mesa de centro hay que pensar detenidamente en la función a la que está destinada, para así adecuarla al estilo de vida de sus propietarios.

No es lo mismo un salón en el que apenas se hace vida, que otro concebido como espacio de reunión en el que se picotea a menudo u otro en el que hay niños o mascotas. El material, las formas e incluso el espacio de almacenamiento del que puede disponer la mesa son factores a tener en cuenta.

 

Mesa redonda con cactus
Jonathan Borba vía Unsplash

Estudiar el entorno

Observar con perspectiva el espacio y el entorno ayuda a descubrir qué tipo de mesa de centro necesita ese espacio en particular. Es preciso tener presente que todos los elementos del salón deben estar conectados de alguna manera para disfrutar de un resultado armonioso y coherente.

Mesa redonda blanca con butacas color mostaza
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Tamaño y espacio

La regla de oro a la hora de elegir las mesas de centro es que su tamaño debe ser el adecuado en relación al espacio. Una mesa excesivamente grande se percibirá como un armatoste forzado, mientras que una muy pequeña quedará escasa. En caso de no encontrar nada que se ajuste exactamente, es preferible ir a lo pequeño que a lo grande.

Mesa de centro blanca con patas doradas en salón blanco y gris
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Complemento del sofá

Sofá y mesa del centro van de la mano. En principio, lo recomendable es que la longitud de la mesa sea la mitad de la del sofá o unos dos tercios, debiendo existir entre ellos una distancia mínima de 45 cm. Respecto a la altura lo más sencillo es que ambos tengan la misma.

Mesa de centro redonda con sofá gris
Zane Persaud vía Unsplash

El arte de mezclar

Mezclar estilos es un pequeño atrevimiento interesante y audaz, especialmente con aquellos aparentemente opuestos. Una mesa de centro clásica puede encajar estupendamente con un sofá de estilo contemporáneo, al igual que un sofá de corte más tradicional puede ser el complemento perfecto de una mesa de diseño futurista.

Salón gris con dos mesas de centro y puf
Minh Pham vía Unsplash

Dos mejor que una

Aunque la idea general suele ser adquirir una sola mesa de centro, esto no tiene por qué ser así. Utilizando dos se introduce un elemento nuevo capaz de romper la monotonía de un salón encorsetado.

De igual manera, tampoco tienen por qué ser similares. Siempre y cuando estén unidas por un nexo común como el tamaño, el estilo o el material, puede resultar muy interesante jugar con esta posibilidad.

Mesa de centro con fibra natural en salón blanco
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Juego de formas

El contraste entre líneas redondas y cuadradas siempre da buen resultado. Por un lado porque aligera la zona en la que predominan las formas rectangulares y, por otro, porque establece un nexo visual con la zona del comedor. Además, el hecho de optar por este diseño facilita el tránsito con total comodidad sin miedo a rozarse con las esquinas. 

Si además es transparente o deja pasar la luz resultará perfecta para evitar la sensación de abarrotamiento.

Mesa de centro redonda
Spacejoy vía Unsplash

Otras mesas auxiliares

Las mesas de centro cohabitan en numerosas ocasiones con otras mesas auxiliares. La tendencia es crear contraste para enriquecer el conjunto. Así, si la principal es redonda las de apoyo pueden ser cuadradas o rectangulares, y viceversa. En caso de preferir que compartan forma la opción será combinar materiales o colores.