El mes de abril llega con las esperadas vacaciones de Semana Santa, que este año comienzan el 2 con el Domingo de Ramos y terminan con el Domingo de Resurrección el 9 de abril. Llueva, esté nublado o haga sol, estos días que para muchas personas responden a un tiempo de reflexión, también sugiere un tiempo de viaje para desconectar de la rutina. Y las ganas de salir de casa se acrecientan cuando lo recomienda la revista de viajes National Geographic, que si para el mes de marzo invitaba a descubrir Peñíscola, acaba de escoger cuál es el pueblo más bonito al que viajar en abril: Trujillo.

Trujillo merece se descubierto con calma porque ha sabido mantener su esencia medieval y palaciega en todos los rincones en perfecta armonía con el siglo XXI. Situado a 45 kilómetros de Cáceres y a dos horas y media de la ciudad de Madrid, en sus calles conviven restos visigodos, romanos, árabes y cristianos que constituyen un potente patrimonio que reivindica ser algo más que una ciudad de paso, perfecta para descubrir en Semana Santa.

Plaza Mayor de Trujillo

La Plaza Mayor, el gran icono de Trujillo

Trujillo se desenvuelve en torno a su monumental Plaza Mayor, una de las más grandes y bonitas de España y con una serie de fachadas que ha logrado que sea considerada una de las más bellas del país. Muy característicos son los soportales que apuntalan edificios tan simbólicos como el Palacio del Marqués de la Conquista, con el detallado esquinazo con balcones que tantas miradas atrapa o el Palacio de Carvajal Vargas (San Carlos), también de imponente fachada renacentista.

Como cualquier Plaza Mayor que se precie, aquí no faltan las terrazas ni una socorrida Oficina de Turismo. Además, en la Edad Media este enclave era centro de celebración de justas y mercados y actualmente raro es el fin de semana que no acoge algún acontecimiento, como la Feria Nacional del Queso que se celebra cada año coincidiendo con el puente del 1 de mayo. Las tortas del Casar y de la Serena son algunas de las especialidades gastronómicas de la localidad, con los embutidos, la carne de Retinto y las migas.

Estatua de Pizarro

El trujillano más ilustre y su estatua ecuestre

En uno de sus extremos de la plaza reposa la Iglesia de San Martín, con muros del siglo XIV en tonalidades rojizas. Y, justo en frente, la estatua ecuestre en honor a Francisco Pizarro, conquistador del Imperio Inca y nacido Trujillo en 1478. La monumental escultura en bronce del soldado a caballo y tocado con un gorro de plumas es una obra del escultor estadounidense Charles Cary Rumsey donada por su mujer a la ciudad en 1927.

La estatua es un homenaje al trujillano más ilustre que se convirtió en un símbolo de la localidad cacereña tanto por sus riquezas y sus hazañas como por haber marcado el camino a otras figuras históricas como Francisco de Orellana que viajaron al Nuevo Mundo en busca de aventuras y, sobre todo, oro. Ese es el motivo por el que el nombre de esta localidad extremeña y de muchas de las que la rodean se puede encontrar también en países Colombia, Argentina, Perú, Bolivia, Chile o Puerto Rico… Pero también lo que embelleció y enriqueció a Trujillo, ya que los que siguieron la estela de Pizarro (que murió en Lima) regresaron a España y construyeron con el oro que traían palacios, casonas e iglesias.

Castillo de Trujillo

El castillo de Trujillo, un símbolo

En una visita a la ciudad no se puede obviar un paseo por el castillo. La fortificación robusta plagada de torres y almenas que hoy se ve se erige sobre una antigua alcazaba árabe. Se cree que la construcción original data del siglo IX, pero la estructura actual parece ser de los siglos XIII y XIV. Destacan su patio de armas y los dos aljibes que conserva este lugar que ha sido escenario de una de las batallas finales más memorables de la séptima temporada de la televisiva serie Juego de Tronos. Además, en el castillo hay una representación de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Victoria colocada de espaldas que se gira sobre su plataforma tras dar un euro.

Trujillo, mezcla de estilos arquitectónicos

Una vez que se conocen los dos platos fuertes de Trujillo, nada como pasear por sus callejuelas y descubrir sus calles, que acogen monumentos históricos de diferentes estilos. En la Iglesia Santa María la Mayor es imprescindible asomarse a su interior para ver el retablo y las bóvedas así como subir los peldaños hasta lo alto de sus torres para disfrutar de la mejor panorámica del castillo. No hay que perderse la Puerta del Triunfo, por donde entraron las tropas cristianas durante la Reconquista o el arco de San Andrés, uno de los accesos de la ciudad amurallada, son dos ejemplos de la época medieval. También hay algunas edificaciones árabes, como el Aljibe de Altamirano, lugar que se piensa que llegó a ser un alcázar en época califal, o la alberca tallada en la roca con la que recolectaban el agua de la lluvia y de dos manantiales anexos.

¿Qué hacer en Trujillo en Semana Santa?

El mes de abril es una época idónea para descubrir la ciudad, ya que en Trujillo se celebra el Chíviri, una fiesta en la que esta localidad reivindica sus bailes, trajes y canciones tradicionales. Se celebra en la Plaza mayor del pueblo el Domingo de Pascua, como culminación de la Semana Santa trujillana.

Además, a poco más de una hora se encuentra la localidad de Plasencia, cuya Semana Santa es Fiesta de interés internacional.

Si lo que te gusta es la naturaleza, es el momento ideal para ver bandadas de cigüeñas que paran en el Parque Nacional de Monfragüe en su viaje de vuelta a Europa.