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Fibras naturales

Elige fibras naturales de algodón para la ropa de cama, las cortinas, tapicerías, alfombras y la ropa interior que está en contacto con la piel. Al roce, estas fibras no generan electricidad estática, que además de crear una desagradable sensación agota el organismo.

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Iones negativos

Un ambiente seco y muy caliente favorece la aparición de iones positivos en el aire, que “roban” energía, debilitan y producen cansancio.Confort térmico: abrígate y baja un par de grados la calefacción, no se reseca el aire y favorece los revitalizantes iones negativos.

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Agua que corre

Una ducha, sobre todo al final de la jornada, es un remedio mágico para eliminar el cansancio y subir  el tono vital en pocos minutos. Descárgate: pon las manos bajo el chorro de agua y mójate las muñecas. En la fotografía, los platos de ducha senceramic® de Roca. 

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Desenchufados

Estar expuesto de forma permanente a los campos electromagnéticos derivados de la tecnología afecta  a las defensas del organismo.Usa auriculares para hablar por el teléfono móvil y apágalo o ponlo en modo avión cuando no lo utilices. Desconecta la red wi-fi por la noche al ir a dormir.

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Hidratación

Beber agua es básico para mantener el tono vital. Cuando se nota sensación de sed, el organismo ya  está padeciendo estrés hídrico.Alcalinízate: si añades al agua un ingrediente alcalinizante (como limón o té verde), además de hidratar las células aumentarás la energía.

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Tocar tierra

Los estudios indican que la “desconexión” con la tierra nos hace más vulnerables al estrés, a los agentes contaminantes y a la enfermedad.Descálzate: o ponte unos calcetines de algodón; andar sobre el pavimento mantiene el equilibrio eléctrico del organismo.

Hay ambientes que “roban” la energía, nos hacen sentir más cansados o producen pesadez y dolor de cabeza. Otros nos aportan vitalidad y nos dan fuerzas para seguir adelante con la jornada. Y es que la calidad del aire del interior de la casa desempeña un papel importante en el nivel de energía, a través de agentes tan invisibles como los iones suspendidos en el aire, la temperatura, la humedad o la electricidad ambiental.

La luz del sol es el primer “energizante” natural. Sus rayos activan el cortisol, una hormona cuyo ritmo circadiano se inicia con la salida del sol y pone en marcha la energía interna del organismo. En la ducha, basta dedicar tres minutos a realizar un masaje circular en el abdomen con un guante de crin en el sentido de las agujas del reloj y acabar con un chorro de agua más bien fría para activar el sistema circulatorio, reforzar el sistema inmune y aumentar el tono energético.

Durante el día, la carga eléctrica natural del aire determina la vitalidad del organismo. El aire contiene infinidad de sustancias nocivas que afectan y estresan los sistemas biológicos. Por eso hay que evitar los ambientadores sintéticos, los detergentes y limpiadores con componentes tóxicos y los malos humos, todos ellos sustancias que debilitan el organismo. Si además de una ventilación deficiente se abusa de la calefacción, el resultado será la sensación de estar más cansado. Está comprobado que una temperatura más fresca (que no supere los 220 C) aporta más confort térmico, vigoriza el cuerpo y sube el ánimo.

Tocar el suelo con los pies permite descargar la tensión acumulada durante el día y el exceso de electricidad estática. Andar descalzo en casa, o con calcetines de tejidos naturales, contribuye a experimentar el efecto regenerador del contacto con la tierra. De noche hay que utilizar luces tenues y cálidas, así el cerebro pasa más fácilmente a la fase de descanso. Cenar dos horas antes de acostarse ayuda a levantarse con más vitalidad. Dormir en un ambiente templado vigoriza y sube las defensas.

Y no hay que olvidar la alimentación. Los minerales como el calcio, el sodio o el potasio actúan como electrolitos que, al disolverse en el agua, se separan en iones positivos y negativos. Si nuestro organismo no puede realizar ese intercambio de iones, los sistemas nervioso y muscular no funcionan y nos sentimos cansados. La clave es comer verduras y frutas frescas; su aporte de minerales nos ayudará a recargar nuestras “pilas”. Por último, se recomienda evitar en lo posible el estrés, que desequilibra el sistema nervioso y agota las defensas. Una vida más relajada es siempre sinónimo de más energía.