Night Fever se presenta como el primer gran estudio de las relaciones que se han establecido a lo largo del tiempo entre la cultura de club y el diseño. En la exposición, los clubes se presentan como espacios en los que la arquitectura y el interiorismo se fusionan con la iluminación, el sonido, la moda, el diseño gráfico y los efectos visuales para crear una moderna Gesamtkunstwerk, una obra de arte total de la época contemporánea.

Palladium de New York, de Arata Isozaki.

Hay que recurrir a la historia para explicar la importancia de estos espacios. Nos remontamos a los orígenes en los años sesenta, cuando los clubes se convirtieron en el epicentro de la cultura pop, espacios independientes consagrados al ocio nocturno que brindan oportunidades e inspiración a arquitectos y diseñadores de todo el mundo.

El recorrido, que empieza de forma cronológica, nos adentra en las entrañas del mítico Space Electronic (1969) de Florencia, diseñado por el Gruppo 9999 y vinculado al antidiseño italiano de vanguardia. Lo mismo puede decirse del Piper de Turín (1966), creado por Giorgio Ceretti, Pietro Derossi y Riccardo Rosso como espacio multifuncional, con un interior modular que se adaptaba perfectamente a la presentación de conciertos, eventos, teatro experimental y, por supuesto, al baile. El Bamba Issa (1969) del Gruppo UFO, un club de playa situado en Forte dei Marmi, fue otro local italiano con una extraordinaria escenografía cuyo interior temático se renovó por completo cada verano durante sus tres años de existencia para demostrar el motor renovador al que eran sometidos estos espacios y el trepidante ritmo de cambio social y cultural que se experimentaba.

New Century Hall, Manchester International Festival.

Con el auge de la música disco en los años setenta, la cultura de club tomó un nuevo impulso. La música dance se convirtió en un género por sí misma y la pista de baile en escenario de actuaciones individuales y colectivas, con diseñadores de moda como Halston y Stephen Burrows creando la ropa perfecta para bailar y brillar. El Studio 54 de Nueva York, fundado por Ian Schrager y Steve Rubell en 1977 y diseñado por Scott Bromley y Ron Doud, se convirtió pronto en el favorito de los famosos.

Apenas dos años después, la película Fiebre del sábado noche marcó el punto de máxima popularidad de la cultura disco, lo que, a su vez, desató una reacción con tintes homófobos y racistas que tuvo su cénit en la Disco Demolition Night, un acto de protesta contra la música disco celebrado en un estadio de béisbol de Chicago. El carácter trasversal y transgresor de los clubes acabó derivando en debates sociológicos y artísticos que consideraba estos espacios como el nuevo ágora de las grandes ciudades.

In the Waves, LEO XU PROJECTS

Por esa misma época, varios locales de la floreciente vida nocturna de Nueva York, como el Mudd Club (1978) o el Area (1983), ofrecieron nuevos espacios de fusión entre los clubes y el mundo del arte, y lanzaron la carrera de artistas como Keith Haring y Jean Michel Basquiat. Mientras tanto, en el Londres de principios de los ochenta, clubes como The Blitz y Taboo vieron nacer el movimiento de música y moda New Romantic, con la rebelde adolescente Vivienne Westwood como asidua visitante del club Kinky Gerlinky, de Michael y Gerlinde Costiff.

Sin embargo, fue en Mánchester donde el arquitecto y diseñador Ben Kelly creó la catedral posindustrial del movimiento rave, el club Fac 51 Haçienda (1982), desde donde el acid house conquistó el Reino Unido. El house y el techno fueron probablemente los últimos grandes movimientos de música dance que definieron a toda una generación de clubes y raves. Llegaron a Berlín a principios de los noventa, justo después de la caída del muro, cuando una serie de espacios abandonados se transformaron en clubes como el Tresor (1991); más de una década después se abrió el famoso Berghain (2004) en una antigua central eléctrica, demostrando una vez más que se puede crear una fascinante atmósfera de club entre las rendijas del tejido urbano, utilizando solares vacíos y edificios desocupados.

Newcastle Stage at Horst Arts & Music Festival, Assemble

Con el nuevo milenio, la situación se ha hecho aún más compleja. Por un lado, la cultura de club está evolucionando a medida que la adoptan las grandes marcas globales y los festivales de música; por otro, muchos clubes nocturnos han sido expulsados de la ciudad o apenas sobreviven como tristes monumentos históricos, modernas ruinas de un pasado hedonista. Al mismo tiempo, una nueva generación de arquitectos ha comenzado a interesarse por la tipología del club nocturno. El estudio de arquitectura OMA, fundado por Rem Koolhaas, ha desarrollado un proyecto para un Ministry of Sound londinense del siglo XXI, mientras que el estudio Akoaki, de Detroit, ha creado una cabina de DJ móvil llamada Mothership para promover el rico legado de clubes de su ciudad.

Cabina de DJ móvil The Mothership, Akoaki

Basada en una investigación exhaustiva e integrada por multitud de objetos que nunca se habían mostrado antes en ningún museo, Night Fever reúne una amplia variedad de piezas, desde muebles hasta diseños gráficos, desde maquetas de arquitectura hasta obras de arte, desde cine y fotografía hasta artículos de moda. La exposición conduce a los visitantes a través de un fascinante mundo nocturno que ofrece un marcado contraste vital con las normas y rutinas de nuestra vida diaria.

The Religion of Soundmachines, Metropoles Club

La exposición creada por Konstantin Grcic y Matthias Singer, diseñadores de la exposición y la iluminación, respectivamente, ofrece a los visitantes la oportunidad de experimentar las numerosas facetas del diseño de los clubes nocturnos, desde los efectos visuales hasta los sonidos y las sensaciones. Portadas de discos que abarcan desde los diseños de Peter Saville para la Factory Records hasta la portada del álbum Nightclubbing de Grace Jones subrayan la importante relación que siempre ha existido entre música y diseño en la cultura de club. A través de esta exposición multidisciplinar, el club nocturno se aparece ante los ojos del visitante como mucho más que un bar, un local de baile o un espacio para la música; es un entorno en el que sumergirse para vivir experiencias apasionantes. Estará disponible para todo aquel que quiera visitarlo hasta el 9 de septiembre en el Vitra Design Museum.