El resurgimiento de un caserío del siglo XIX en el País Vasco francés que retoma su grandeza con estilo y elegancia para una familia de surfistas

A tiro de piedra de localidades tan conocidas como Bidart o San Juan de Luz, esta casa en Guéthary: un encantador pueblecito de pescadores en el País Vasco francés, que se ha convertido ya en una de las mecas internacionales del surf, recupera su antigua esencia gracias a la cuidada y detallista rehabilitación llevada a cabo por la interiorista Marianne Tiegen. 

Fachada del caserío en Guéthary.  

Tiegen asegura que lo más difícil ha sido "transformar un viejo caserío tradicional vasco en una vivienda elegante para una familia de surfistas. El concepto era de por sí muy difícil de llevar a cabo, pero creo que al final se ha conseguido en gran parte gracias a la colaboración de artesanos locales, que han estado dispuestos a probar cosas nuevas durante todo el proyecto".

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Retrato de Marianne Tiegen en Guéthary.

Tiegen, que cuenta con oficinas en Suiza, Francia y California, fundó hace 20 años su estudio. De su trabajo cabe destacar el respeto por los elementos originales y una decidida apuesta por una decoración sobria y elegante con toques vintage. "El elemento clave de todos mis proyectos es conseguir una sensación de lujo atemporal a través de la calidad artesanal y detalles exquisitos", asegura. Para Tiegen también es importante "recuperar materiales nobles y utilizar muebles y objetos con historia porque aportan alma a un hogar. Finalmente, integrar arte y naturaleza contribuye a lograr una fuerte sensación de bienestar".

No hay duda de que esta rehabilitación es un buen ejemplo, pero otros de sus exquisitos proyectos también dan fe de ello, como la reforma de una casa victoriana en Notting Hill, Londres; o la espectacular renovación de un piso de 300 metros cuadrados en la Plaza de los Vosgos, París.

Vistas desde el caserío.

Un caserío encantador del siglo XIX

Asentado sobre una colina, este tradicional caserío del siglo XIX destaca por su amplia planta, el tejado longitudinal a dos aguas, los entramados de madera en la fachada y el gran porche con la entrada en forma de arco; todas ellas características de este tipo viviendas. Si el primer vistazo no deja indiferente, desde el interior se disfruta de fantásticas vistas del golfo de Vizcaya, al oeste, y de las primeras estribaciones de los Pirineos al este.

Uno de los edificios anexos se ha renovado como caseta para las tablas de surf.

Tiegen reconoce que la reforma ha sido "un reto considerable". La arquitectura tradicional vasca tiene, según dice, algunas características muy elegantes, "pero los interiores de las casas tienden a ser pesados y oscuros, con habitaciones diminutas y ventanas y puertas pequeñas". Tiegen ha buscado maximizar la entrada de luz y las vistas al mar y a la montaña ampliando la planta baja. También se han rehabilitado otros edificios, como un antiguo invernadero transformado ahora en una caseta que da servicio a la nueva piscina.

Salón de la planta baja. 

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Elementos vintage y toques étnicos

Aunque la renovación de la vivienda gira en torno al respeto y puesta en valor de la arquitectura propia de los caseríos, la interiorista ha incorporado piezas del gusto de los propietarios, una pareja que reside en París. La abundante luz que inunda la zona de estar y el comedor en la planta baja resalta objetos como la chimenea cromada de los años 70 sobre un panel de madera de teca adquirida en el mercadillo de Clignancourt (barrio al norte de París); las sillas Baumann de madera del comedor; una alfombra hecha a mano; las cortinas de lino y las lámparas de pie, de estilo vintage, de Serge Mouille.

El dormitorio principal se ha decorado con motivos étnicos. 

La contenida elección de materiales y colores en otros espacios de la casa también contribuye a reforzar esa estética elegante y sobria a la que nos referimos. El blanco y el negro, protagonistas del dormitorio principal, están salpicados con algún acento de motivos étnicos, como las cortinas de Jean Paul Gaultier; elegantes piezas como la lámpara de techo Saucer Bubble (1952), de George Nelson, y el bonito suelo de madera maciza en grandes tablones. Todo encaja como un guante para dar forma a un espacio cálido que destila cierta estética Midcentury.

Instalación hecha con lámparas Raak de los años 60, repintadas en negro brillante.

Una sugestiva mezcla de materiales y mobiliario

Otros elementos que aportan elegancia a la vivienda son los apliques repartidos por toda la casa y algunas piezas de diseño italiano de los años 50, como la chaise longue del arquitecto Osvaldo Borsani (fundador de Tecno) del cuarto de estar de la planta baja. En el distribuidor de la primera planta llama la atención la instalación mural hecha con lámparas Raak de los años 60, repintadas en negro brillante.

La cocina también se ha reformado.

De la cocina destaca por la sugestiva mezcla de materiales. Piedra, vidrio y madera dan forma a un espacio de estilo cálido y contemporáneo al mismo tiempo. Además, la enorme isla de color negro brillante parece flotar sobre un solado porcelánico en gris claro. Se trata del espacio perfecto para cocinar y disfrutar en familia o con los amigos.

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