La arquitectura antillana es un mundo tan fascinante y cosmopolita como el de sus playas. La sabiduría de los pobladores indígenas respecto de lo que hoy llamamos biodiversidad, y las influencias española, holandesa, francesa, danesa y africana se han reunido en una combinación exuberante, visible en las calles, en este caso, de Santo Domingo (República Dominicana), una ciudad a la vez lánguida y frenética, siempre jovial. Tanto los rastros coloniales de la ciudad como la vivacidad y el confort del presente se alojan en el hotel Fixie Lofts, que ofrece a sus huéspedes bicicletas clásicas restauradas (llamadas "fixies") para recorrer la zona histórica. El edificio contiene trozos de las ruinas de San Nicolás de Bari, el primer hospital construido por los conquistadores españoles en América, a comienzos del siglo XVI. La experiencia de bañarse en la piscina, bajo los arcos originales de aquella ruina, mientras cantan los loros en las ramas de los aguacates, es una de las más memorables que ofrece la estancia en Fixie Lofts. El proyecto de intervención despliega su estética moderna y minimalista respetando la venerable sobriedad de los muros, que por lo demás constituyen un poderoso atractivo para los huéspedes de los siete lofts (compuestas de suite y terraza). También, los flamantes acabados naturales en colores terrosos, los dinteles de madera, el hormigón pulido y el mosaico hidráulico y el tono cremoso de la cal que contrasta con el hierro negro. Puertas antillanas de caoba. Sillas tejidas por artesanos locales. Puertas industriales que se abren a un jardín de grava y cactus. Cajas de luz que exhiben fotos analógicas de gran formato. Los loros agitan el ambiente y, a media hora de distancia, las playas radiantes y el Caribe color turquesa esperan.