Todavía existe en nuestro país un destacado patrimonio arquitectónico bastante desconocido por el público general e incluso por los propios amantes de la arquitectura. Le ocurre al trabajo del arquitecto, pintor y escultor Joaquín Vaquero Palacios (Oviedo, 1900-Madrid, 1998), cuyo legado se erige en su mayor parte escondido en el interior de su Asturias natal.

Central hidroeléctrica de Tanes, Asturias.

La Fundación ICO de Madrid rinde homenaje estos días a la figura de este artista total, en la exposición que se inaugura el 15 de febrero Joaquín Vaquero Palacio, la belleza de lo descomunal 1954-1980, un recorrido por sus innovadores proyectos para un grupo de cinco centrales eléctricas que forman parte del patrimonio industrial español más relevante del siglo XX.

Central hidroeléctrica de Salime, Asturias.

Su obra resulta tan diferente que un primer vistazo a las fotografías que recogen los proyectos de las centrales desconcierta por la tipología del edificio, por sus superficies de colores, por su cuidado diseño industrial y también por las pinturas que revisten algunas de las paredes. Vaquero Palacios abordó el proceso creativo de forma global, desbordando en cada uno de los proyectos que llevaba a cabo su capacidad creativa, diseñando murales, esculturas, mobiliario y arquitectura, en colaboración con su hijo Joaquín Vaquero Turcios.

Central hidroeléctrica de Aboño, Asturias.

La exposición es un ruta a través de los cinco proyectos desarrollados a raíz de la colaboración del arquitecto durante más de 30 años con la Hidroeléctrica del Cantábrico. Materializando este proceso en cinco centrales eléctricas asturianas concebidas como obras totales: Salime (1945-1955) –uno de los mejores ejemplos de arquitectura industrial española adscrita al Movimiento Moderno–, Miranda (1956-62), Proaza (1964-68), Aboño (1969-1980) y Tanes (1980).

Central hidroeléctrica de Proaza, Asturias.

Con la exposición organizada en el Museo ICO de Madrid, que inaugura así su programación de 2018, se reafirma la importancia de la figura de Vaquero Palacios y se acerca su legado al gran público.

Joaquín Vaquero Palacios frente a los murales de la central de Miranda, en 1962