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Hotel Marqués de Riscal, de Frank Gehry (Álava, Rioja Alavesa)

Hotel Marqués de Riscal, de Frank Gehry (Rioja Alavesa)

Iniciamos la ruta en esta región en la que a comienzos del siglo XXI se estableció una sana competencia arquitectónica por construir el templo vinícola más apabullantemente visual, con candidatos tan potentes como las Bodegas Ysios de Santiago Calatrava o la Viña Tondonia de Zaha Hadid. Pero aquí queremos detenernos en el tercero en discordia: La Ciudad del Vino en la que se enmarca la Bodega Marqués de Riscal de Frank Gehry. El arquitecto canadiense asentado en tierras estadounidenses dejó su inimitable huella dentro de este complejo en el Hotel Marqués de Riscal inaugurado en 2006. El edificio, construido en piedra arenisca, cuenta con una llamativa cubierta de titanio que alude directamente con sus tonos rosados al vino tinto. El espacio hotelero, con 44 habitaciones en total, pertenece a la cadena Starwood Hotels & Resorts. En este enlace tienes toda la información necesaria para programar tu visita. 

Kursaal, de Rafael Moneo (Donosti)

Kursaal, de Rafael Moneo (Donosti)

Esta obra inaugurada en 1999 es mucho más que la sede del prestigioso Festival de Cine de San Sebastián. El Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal puede presumir de haber sido distinguido con el Premio de Arquitectura Contemporánea Mies van der Rohe. Y se entienden los elogios ya que Rafael Moneo concibió el espacio como dos cubos de vidrio traslúcido que, según sus propias palabras, parecen "dos rocas varadas". Esa armonía entre lo natural y la obra humana puede percibirse en sus maravillosas vistas tanto a la Playa de la Zurriola como a la desembocadura del Urumea.

Museo Guggenheim, de Frank Gehry (Bilbao)

Museo Guggenheim, de Frank Gehry (Bilbao)

De Donosti nos trasladamos hasta Bilbao, a uno de sus iconos más reconocidos mundialmente. El espectacular Museo Guggenheim es una de las instituciones culturales más visitadas de nuestro país desde que abrió sus puertas en 1997. Todos los fetiches de Gehry se fundieron en este proyecto que, aunque se construyó con anterioridad, tomó prestados muchos elementos del Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles que él mismo acabaría levantando en 2003. Lo que el auditorio estadounidense no tiene, eso sí, es un perro guardián como Puppy, la estatua de flores de 12,4 metros de altura y cerca de 16 toneladas de peso diseñada por Jeff Koons que recibe a los visitantes. Aquí puedes consultar todas las exposiciones y actividades culturales confirmadas para esta temporada.

OKE Nueva Casa de Cultura, del estudio AQ4 (Ortuella, País Vasco)

OKE Nueva Casa de Cultura, del estudio aq4 (Ortuella, Vizcaya)

Siguiendo la ría de Bilbao hacia su desembocadura paramos en Ortuella, donde el estudio de arquitectura aq4 erigió este espacio que volumétricamente está moldeado por los diferentes niveles topográficos del lugar. Su estructura alterna crujías de trescientos ochenta y setecientos cincuenta centímetros para facilitar actividades variables y almacenamiento. Su fachada (visible desde muy lejos) luce esa pátina oxidada en homenaje a las extracciones de sulfato de hierro que se llevaban a cabo tiempo atrás en las minas de Vizcaya. Una obra que mira al futuro sin olvidar el pasado.

Centro Botín, de Renzo Piano (Santander, Cantabria)

Centro Botín, de Renzo Piano (Santander, Cantabria)

Dejamos atrás el País Vasco para entrar en la comunidad de Cantabria. En 2017 su capital, Santander, mutó radicalmente de aspecto gracias a este moderno proyecto con el que Renzo Piano integró los Jardines de Pereda y su bahía con el centro de la ciudad. El que fuera ganador del prestigioso Premio Pritzker en el año 1998 articuló en este Centro Botín dos volúmenes conectados entre sí por una estructura de plazas y pasarelas llamada pachinko. Desde esta imponente estructura de 8.739 metros cuadrados con dos lóbulos redondeados (dicha solución arquitectónica, más allá de lo estrictamente visual, es muy práctica porque permite que la planta baja goce en todo momento de la mejor iluminación posible), por si fuera poco, podrás contemplar el mar Cantábrico en todo su esplendor. No dudes en ir al atardecer para tomar fotos de esas que quitan el hipo. Si compras aquí tu entrada te evitarás las molestas colas. 

Centro Niemeyer, de Oscar Niemeyer (Avilés, Asturias)

Centro Niemeyer, de Oscar Niemeyer (Avilés, Asturias)

Siguiendo la ruta hacia el oeste por la fachada marítima, llegamos a la población asturiana de Avilés. Allí toca detenerse en uno de los espacios culturales que en mayor medida hay que reivindicar en nuestro país. El Centro Niemeyer, inaugurado en 2011, es la única obra del afamado arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en territorio español. Y no, no tiene absolutamente nada que envidiarle al Museo de Arte Contemporáneo de Niterói del mismo autor. Es más, antes de que falleciera a finales de 2012, él mismo dijo públicamente que este era el edificio construido fuera de su país natal al que le tenía más cariño. El complejo, en total, se compone de cinco elementos, así que dedícales el tiempo que se merecen: una retrofuturista torre-mirador que se alza hasta los 20 metros de altura, un auditorio, una semiesfera de hormigón llamada la Cúpula que sirve de espacio expositivo, el edificio polivalente y una plaza en la que continuamente se realizan actividades al aire libre.

Central hidroeléctrica de Proaza, de Joaquín Vaquero Palacios (Proaza, Asturias)

Central hidroeléctrica de Proaza, de Joaquín Vaquero Palacios (Proaza, Asturias)

Desde Avilés, desviándonos hacia el interior, conducimos hasta Proaza para redescubrir una de las obras más emblemáticas del patrimonio industrial español del siglo XX. La Central Hidráulica de Proaza, concebida por el arquitecto, pintor y escultor Joaquín Vaquero Palacios, destaca por fuera por una atípica geometría en la plegadura de hormigón visto. Sin embargo, todavía es mucho más llamativa en su interior porque en la sala de máquinas hay seis murales que representan motivos eléctricos y campos magnéticos. Sigue a pleno rendimiento medio siglo después de su inauguración, pero si quieres conocerla bien debes saber que todos los miércoles de octubre a mayo se organizan visitas de forma gratuita. Pide tu plaza aquí.

Cidade da Cultura, de Peter Eisenman (Santiago de Compostela, Galicia)

Cidade da Cultura, de Peter Eisenman (Santiago de Compostela, Coruña)

Ya en tierras gallegas subimos con nuestro coche hasta el monte de Gaiás a las afueras de la siempre mágica Santiago de Compostela. Ahí nos encontraremos con la gigantesca Cidade da Cultura, una superficie de 141.800 metros cuadrados concebida por el estadounidense Peter Eisenman en la que pueden visitarse, entre otros, la Biblioteca de Galicia o el Museo Centro Gaiás. Este último merece mención aparte por su atípica fachada de casi 43 metros de altura que parece que emerge del suelo. Originalmente también tenía que haber en este complejo arquitectónico un Centro de Arte Internacional y un Teatro de la Ópera, pero su construcción se desestimó en 2013 (dos años después de la inauguración oficial) porque la Xunta ya había gastado demasiados millones de euros en este conjunto colosal.

Museo do Mar de Galicia, de César Portela y Aldo Rossi (Vigo, Galicia)

Museo do Mar de Galicia, de César Portela y Aldo Rossi (Vigo)

Nuestra ruta por el norte de España pone punto final en Vigo, en este centro cultural y científico dedicado al mar que abrió sus puertas en 2002. El Museo do Mar fue proyectado originalmente por el arquitecto gallego César Portela y Aldo Rossi, pero una vez el italiano falleció en 1997 Portela fue quien materializó al completo su construcción. Emplazado en la vieja fábrica de conservas Alcabre-Molino de Viento, que a su vez también fue tiempo atrás un matadero municipal, el complejo está integrado por la antigua fábrica y un nuevo cuerpo de naves (ambas edificaciones conectadas por una pasarela), la taberna, el acuario y el faro. Vale mucho la pena visitarlo, así que no lo dudes ni un instante.

No hay una explicación lógica para constatar por qué a lo largo de estos algo más de 900 kilómetros de ruta por el norte de la Península podemos encontrar tantísimas obras arquitectónicas no solo reverenciadas en nuestro país, sino en todo el mundo.

Siempre cabe la posibilidad de que esos regalos que algunos de los ganadores del prestigioso premio Pritzker proyectaron en esta parte de España a finales del pasado siglo (ahí está el Museo Guggenheim de Bilbao, de Frank Gehry, o el Museo do Mar de Galicia, finalizado por César Portela y que Aldo Rossi nunca pudo ver concluido porque un accidente de tráfico terminó con su vida a los 66 años) animaran en pleno siglo XXI a muchos otros nombres propios a seguir sus pasos.

Llámese efecto rebote o, simple y llanamente, una rivalidad entre los más grandes, esa ambición arquitectónica es la que precisamente ha contribuido en los últimos años a cambiar radicalmente el paisaje de los viñedos alaveses.

Enlazando con la vanguardia que aportaban los arquitectos foráneos, nuestros mejores nombres locales siempre han tenido muy presente la rica tradición industrial de esta región de España. Prueba de ello es el excelente trabajo que el estudio de arquitectura aq4 realizó en la Nueva Casa de la Cultura de Ortuella, que rinde homenaje al pasado minero de la zona.

Con su capota insonorizante de lona y el estilo de un Gran Turismo, el Mercedes Benz Clase E Cabrio es la mejor opción para disfrutar de esta ruta con total libertad.

Otro ejemplo de ello es la central hidroeléctrica de Proaza, en Asturias, que aun siendo la obra más antigua de la ruta no deja de fascinar por el genio con el que su autor, Joaquín Vaquero Palacios, supo dotar de una entidad propia pocas veces vista a una instalación de estas características. Resulta lógico que todos los trabajadores que trabajan allí a diario estén orgullosísimos de pasar su jornada laboral en un espacio que podría confundirse con una galería de arte.

Más allá del Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Álvaro Siza en Santiago de Compostela, o ese Domus de A Coruña en el que trabajaron codo con codo Arata Isozaki y el ya mencionado César Portela, en este viaje también te invitamos a que te detengas en obras que pueden pasar algo más desapercibidas porque esquivan la monumentalidad. Sin ir más lejos, en el trabajo que Norman Foster realizó en el diseño del Metro de Bilbao, que en 1998 le llevó a ganar el Premio Brunel de Arquitectura.