La aparición de los componentes derivados de la química de síntesis en el siglo XIX revolucionó el mundo de la pintura sobre todo por los nuevos procesos de producción, más económicos pero a la vez mucho más contaminantes. Con el paso del tiempo se ha descubierto que muchos de los productos utilizados han resultado tóxicos e, incluso, cancerígenos.
Sin ánimo de alarmar, se puede determinar que hay dos tipos de intoxicación por exposición a productos tóxicos que habitualmente se encuentran en las pinturas plásticas: las agudas, que suelen presentar síntomas como la irritación de los ojos y las mucosas, dolor de cabeza o vómitos y que suelen desaparecer rápidamente tras la exposición; y las crónicas, que se producen por la absorción de pequeñas dosis de sustancias químicas que las pinturas liberan al ambiente durante largos períodos de tiempo (COV, Compuestos Orgánicos Volátiles, entre otros), que se suelen detectar después de mucho tiempo de análisis y diagnósticos equivocados a la persona afectada y que pueden derivar en el Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple (SQM).
La proliferación de revestimientos sintéticos –no solo en la pintura, también en el mobiliario y los pavimentos– contribuye a la "plastificación" de los ambientes, conocido como síndrome de la casa tupperware. Estos ambientes contienen una alta carga electrostática, no regulan la humedad relativa y favorecen la ionización del aire.
Para explicarlo de un modo más claro, nuestros órganos depuradores y sistema inmunológico se saturan, su capacidad de asimilar partículas químicas tóxicas se ve afectada y cualquier leve exposición altera nuestro sistema nervioso y además empeora la reacción. A día de hoy no se conoce más cura que mantenerse alejado de estos agentes de forma permanente.
Por otro lado, a diferencia de las de origen mineral, las pinturas plásticas ofrecen un entorno ideal para la proliferación de hongos y bacterias por su composición orgánica. Antiguamente se realizaba un encalado periódico a las viviendas con el fin de regular la humedad relativa, las filtraciones y controlar la proliferación de hongos. Hoy la alternativa la plantean las pinturas minerales en cualquiera de sus variantes: a la cal, al silicato, etcétera.
Existen dos grandes familias dentro de las pinturas naturales: las vegetales, fabricadas a partir de resinas de árboles, raíces, aceites, celulosa, etcétera; y las minerales, a partir de silicio, bentonita (arcilla), cal, dolomita... cuyas propiedades son excelentes desde un punto de vista biológico y saludable.
Foto: Fritz Hansen
Hasta hace relativamente poco tiempo, el criterio a la hora de seleccionar una pintura residía normalmente en el precio, la técnica de aplicación y la durabilidad por este estricto orden. Sin ir más lejos, a pesar de que las pinturas minerales tienen una durabilidad muy superior a la mayoría de plásticas y se aplican igual aunque de forma algo más lenta, su coste ligeramente superior ha sido habitualmente suficiente argumento para no utilizarlas.
Sin embargo, en las últimas décadas, gracias a la publicación de numerosos estudios y listas de patologías producidas por las sustancias tóxicas contenidas en las pinturas, la demanda de productos seguros para la salud ha ido en aumento. Institutos como la Stiftung Warentest alemana (Fundación para el ensayo de productos) llevan décadas aportando datos en esta línea para la elaboración de pinturas más saludables, ya sean naturales o sintéticas.
Las pinturas de origen mineral son capaces de humedecerse y secarse sin presentar desprendimientos. Otra de sus ventajas es que penetran en el material de soporte asegurando una alta durabilidad y una fácil reparación.
Foto: Yerin Mok
Las pinturas al silicato cristalizan en el secado penetrando en el material de soporte y asegurando una durabilidad muy elevada y una fácil reparación. Este tipo de pinturas son las únicas que se han demostrado inalterables a la radiación directa del sol y el agua, capaces de humedecerse y secarse sin presentar desprendimientos. Su principal inconveniente es que no pueden ser aplicadas sobre paramentos ya pintados previamente con pintura plástica.
De todos modos, las pinturas llamadas naturales o ecológicas tampoco se pueden considerar inocuas al 100% ya que las sustancias naturales en estado concentrado también pueden ser nocivas. Lo que sí se puede asegurar es que quien escoge este tipo de pinturas corre un riesgo mucho menor de intoxicación, a la vez que contribuye a la protección del medio ambiente.