Ve hacia la luz: 7 claves para iluminar mejor
Descubrimos cómo se ilumina bien un espacio para disfrutar de él y de sus buenas vibraciones
Sin la luz la arquitectura no sería más que una ilusión. Este “material” inasible, pero fundamental es capaz de acentuar o transformar nuestra percepción de un lugar, incluso de modificar nuestro estado de ánimo, la temperatura corporal o el apetito. Descubre cómo se ilumina bien un espacio para disfrutar de él y de sus buenas vibraciones.
Utilizar la iluminación para configurar la arquitectura es tan imprescindible como complicado, pues la manera en que la percibimos es totalmente subjetiva; a pesar de que carece de materia, su ausencia es muy perceptible. Muy pocas personas son capaces de notar sutiles cambios en la iluminación. Podríamos diseñar una transición de una luz tenue y cálida a una intensa y fría sin que apenas nadie se diese cuenta; solo haría falta tiempo para lograrlo. En cambio, un exceso repentino de intensidad lumínica o su ausencia absoluta desencadenan inmediatamente determinados estados emocionales: entusiasmo en el primer caso o miedo y desorientación en el segundo. El estudio que se ha hecho de la iluminación durante décadas es absolutamente empírico. Hoy en día podemos medir con total fidelidad varios parámetro cuantificables como la intensidad (LUX), el flujo luminosa (LÚMENES), la temperatura de color (grados K) o la frecuencia (HZ) de la fuente.
Lo que todavía no hemos sido capaces de hacer es medir su “presencia” o sus efectos emocionales, entendidos como percepciones distintas para diferentes personas. Una experiencia con luz nunca podrá ser replicada al 100% a pesar de conocer todos los datos mencionados; el observador siempre aporta una variable imposible de replicar. Podemos medir reacciones psicológicas o fisiológicas, pero aun así no hemos sido capaces de replicar experiencias con luz, solo aproximarnos. En esta cuestión, la percepción y aprehensión humanas chocan con los cálculos de ingeniería más sofisticados.