Durante el Siglo de Oro la corte española hizo del negro, y su sobriedad, sinónimo de la más alta elegancia y refinamiento. Una tendencia que debido a su hegemonía política y cultural, rápidamente se extendería por el resto de cortes europeas. Imbuido de un fuerte misticismo y de la religiosidad que caracterizó los reinados de los últimos Austrias españoles, el negro y aquella procesión dramática de tonalidades oscuras, serían sustituidos por el colorido brillo de una Francia que recogía el testigo español como primera potencia europea. Siglos más tarde, sería precisamente una diseñadora francesa, Gabrielle Chanel, “Coco”, quien restablecería al negro como culmen de la distinción con aquellos primeros y transgresores Little Black Dress. Hoy por hoy una de las piezas indispensables de todo armario femenino. Las tendencias en colores como vemos evolucionan con el paso de las épocas. Unos ritmos que siempre se han observado más pausados en sectores como el de la decoración y el interiorismo, donde cada tonalidad cromática es capaz de dotar al espacio de unas propiedades completamente diferentes. Y mientras las gamas de blancos y los colores en su variante más luminosa han sido hasta ahora los hegemónicos, comienza a sentirse cierta inclinación hacia el dramatismo y la teatralidad de aquellas mismas tonalidades oscuras y negras a las que hacíamos referencia. Colores que por inusitados puede que no resulten de tan fácil aplicación, salvo que prestes especial atención a esta pequeña lista de consejos.