La vida en el planeta Tierra es posible gracias a la luz del sol, y es ahí donde subyace la naturaleza de los colores, puesto que la luz visible es la suma de los colores del arcoíris, también denominados colores de luz; la superposición de todos ellos da como resultado la luz blanca o luz neutra, la del mediodía de un día soleado.
Cuando percibimos, por ejemplo, un objeto de color verde, lo que realmente está ocurriendo es que el objeto en cuestión absorbe todas las longitudes de onda excepto las que, sumadas, dan como resultado el color verde, que salen rebotadas del objeto hasta las células de nuestras retinas, que reciben esa longitud de onda y la identifican como color en el cerebro.
Los ojos son nuestros sensores biológicos del plano consciente, pero existe otro plano de interpretación: el plano subconsciente. Al fin y al cabo, un color es una onda electromagnética con una energía muy concreta y no solo los ojos la perciben, también la piel y otros sensores del organismo. Podemos afirmar, pues, que los colores no solo se ven, sino que también se sienten. De hecho, los estudios demuestran que la reacción fisiológica de nuestro organismo al percibir cualquier color ocurre también, de forma más sutil, aunque tengamos los ojos cerrados.
Tres firmas referentes en el ámbito del color, CIN Valentine, Pantone y Bruguer, acaban de lanzar sus colores protagonistas para el nuevo año. Todos ellos transmiten un equilibrio entre suavidad, dinamismo y energía. La primera apuesta por el Savasana, un blanco greige (gris + beige). Pantone ha encumbrado al Living Coral –reflejado en el mobiliario de cocina de la imagen–, con toques dorados. Y la elección de Bruguer es Miel Especiada, un tono acaramelado con notas ámbar.
Cada cultura se forja y evoluciona dentro de unos marcos de creencias a nivel social y espiritual. Es curioso cómo estas han coincidido de forma generalizada relacionando determinados colores con ciertas emociones. Cabe destacar que este tipo de creencias están en constante evolución. De este modo, el color blanco se asocia en la mayoría de culturas a la pureza, la limpieza y el orden. Es más: cualquier color al que se dé una veladura de blanco, suavizando mucho su tono, adquiere parte de estas cualidades. Algo parecido ocurre con el negro, relacionado con el duelo o la formalidad según el contexto. El resto de colores matizados por el negro adquieren estas cualidades.
El resto de colores de la paleta tienen otras asociaciones a nivel emocional, algunas por convención social y otras cultural. los tonos azules se relacionan con la elegancia y la serenidad; los rosados, con la delicadeza y la protección más amable. Numerosos estudios de la psicología del color tratan de arrojar luz sobre todos estos aspectos. Uno de los más conocidos es el trabajo de la psicóloga Eva Heller, que creó los denominados acordes de color, combinaciones de tonos que sugieren determinados estados emocionales como simpatía, anhelo, fidelidad o grandeza, entre otros.
Los colores ocres y terrosos nos vinculan con nuestro lado más natural; no en vano en diversas culturas alrededor del planeta estos colores se vinculan a la “Madre Tierra”, la energía femenina ancestral. Las emociones que experimentamos cuando permanecemos en espacios con estas tonalidades suelen ser la reconexión con uno mismo, con nuestros orígenes, sumada a una sensación de relajación y protecc
Alegría para el cuerpo
Más allá de la percepción subjetiva de los colores, existe un conocimiento puramente científico sobre la reacción que determinados tonos desencadenan en nuestro organismo. Lo más interesante de este aspecto es el hecho de que forma parte de nuestra naturaleza y que es común a todas las personas.
Ponemos algunos ejemplos: el color rojo estimula el apetito y el sistema digestivo y también aumenta el flujo sanguíneo, cosa que lo convierte en el color ideal para los restaurantes de comida rápida o los lugares de actividad física ya que bajo sus efectos, estamos más activos y tenemos más fuerza física. Razón de más para no escogerlo para los dormitorios. Los tonos amarillos o naranjas suaves potencian nuestra actividad neuronal; son colores que resultan muy adecuados para acompañar espacios donde se realicen actividades que requieran de elevados grados de concentración como estudios o bibliotecas.
Esta reacción fisiológica que se produce a nivel neuronal también se asocia a estados de ánimo como el optimismo o la curiosidad. Los tonos verdes tienen efectos antiestrés para el organismo; al fin y al cabo es el color que más predomina en la Tierra, al margen del azul cielo. Entre otras cosas, el azul estimula el sistema inmunológico y la circulación de la sangre, además genera una sensación de serenidad y equilibrio.
La ciencia y la psicología coinciden en que nuestro organismo reacciona positivamente allí donde hay predominio de tonos verdes. La hipótesis es que el ser humano ha evolucionado como especie en un entorno natural donde este color es el protagonista, y por este motivo nos induce a estados de relajación y menor estrés. Color de la carta Color Revelation 2019, de Valentine.
Aventura espacial
En el aspecto de la percepción pura del espacio hemos de tener en cuenta que pintar un techo en un tono más oscuro que las paredes hará que el lugar se perciba más bajo; si, en cambio, es solo la pared opuesta al acceso la que cambia de color, el espació se acortará.
Si escogemos tonos similares para paredes, techo y suelo excepto la pared frente a la entrada, el espacio irremediablemente se percibirá más largo, y si optamos por pintar dos paredes opuestas de tonos más oscuros, tendremos la sensación de que se acercan la una a la otra.
La clave para diseñar con colores es adquirir estrategias de combinación. De entrada, hemos de saber que trabajar con una paleta de colores suaves facilita enormemente su combinación. A partir de ahí podemos escoger varias estrategias: podemos optar por destacar un color frente al resto, siempre que complemente bien con todos los demás. También podemos establecer una jerarquía de tonos, por ejemplo dando un color específico a las paredes y el mismo tono o la misma gama, pero más intensa, a la ropa de hogar.