Durante décadas, la imagen de una pajita en un cóctel recortado contra el fondo de una playa paradisíaca y una puesta de sol era la viva representación de unas vacaciones de ensueño. Pero 2018 está siendo el año en que la industria turística comienza a decir adiós no solo a las pajitas, sino a cualquier plástico de un solo uso.
Hoy, esos pequeños tubos de plástico, lejos de encarnar tiempos de diversión y relajación, son el testimonio del catastrófico daño ambiental que la cultura del usar y tirar está causando al planeta. Los lechos marinos y las playas alfombradas de residuos plásticos son una imagen recurrente en medios de comunicación y redes sociales, junto con una letanía de estadísticas alarmantes: 480.000 millones de botellas de plástico vendidas en todo el mundo solo en 2016; un billón de bolsas de plástico distribuidas cada año; más de medio millón de pajitas usadas cada día en todo el globo. Si continuamos generando residuos plásticos a este ritmo, 12 mil millones de toneladas acabarán en vertederos y en el medio natural en 2050.
Estas cifras, combinadas con el efecto multiplicador de series de televisión de amplia difusión –entre ellas la magnífica Blue Planet, producida por la BBC y presentada por David Attenborough– han urgido a la industria del turismo a actuar. En los últimos meses compañías navieras como Hurtigruten y Fred Olsen, líneas aéreas como Ryanair, agencias de viajes de aventura y grandes cadenas hoteleras han introducido una prohibición total y parcial de los plásticos de un solo uso en su política ambiental, sus programas de viaje o sus instalaciones.
Los grupos españoles no se han quedado atrás. IberostaryMeliá han anunciado recientemente la eliminación de los plásticos de un solo uso o su reemplazo por otras alternativas biodegradables en todos sus hoteles a lo largo de 2018. Según Iberostar, la eliminación de 1,5 millones de botellas de plástico de las habitaciones evitará la producción de 43 toneladas de basura.
Por su parte, los responsables de Meliá calculan que la decisión evitará más de 15 toneladas de CO2 cada año correspondientes al tratamiento de los residuos. El consejero delegado de la cadena, Gabriel Escarrer, ha recordado que Meliá está reconocida por el prestigioso índice Carbon Disclosure Project como una de las empresas líderes mundiales en la lucha contra el cambio climático.
Y si la mayoría de estas acciones han sido tomadas por grandes grupos que pueden dedicar recursos a la gestión medioambiental, iniciativas como Travel without Plastic intentan que hoteles más pequeños de tres o cuatro estrellas también implementen políticas de restricción de los residuos con ayuda de una guía y una herramienta online que registra y mide acciones concretas.
Parece claro, pues, que las empresas del sector por fin se han dado cuenta de que el turismo depende de la sostenibilidad de los destinos paradisíacos que venden.