La contaminación del aire produce siete millones de muertes prematuras anuales en todo el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Europa serían unas 400.000, y en España, no menos de 9.000. Los gases tóxicos de la industria y, sobre todo, los procedentes del tráfico rodado en las ciudades, son los principales causantes del problema. El desarrollo sostenible es el principal reto al que se enfrenta la humanidad a escala global.
Los procesos para reducir estas emisiones existen, pero son lentos. Por ello resulta importante encontrar medidas que promuevan la degradación de contaminantes en entornos urbanos mientras las políticas de reducción de emisiones surten efecto. Mejorando la calidad del aire, tanto en el exterior como en el interior de los edificios, podríamos minimizar significativamente enfermedades del aparato respiratorio, cardiovasculares y degenerativas, y los niveles de ansiedad y estrés, promoviendo un aumento de la calidad y la esperanza de vida.
Suelo con porcelánico Uni Ice Active, de Active Surfaces, con propie- dades antibacterianas, antiolores, anticontaminantes y autolimpiantes.
La interacción de la luz y la materia es estudiada por una rama de la ciencia llamada fotoquímica, y tiene aplicaciones medioambientales y energéticas. Entre estas últimas se cuenta la producción de combustibles alternativos como el hidrógeno o estrategias para reducir el CO2 . El premio Nobel de 2021 fue concedido a David Macmillan por el desarrollo de procesos orgánicos sin el uso de metales pesados contaminantes.
Fachada del pabellón de Italia en la Expo 2015 de Milán, del estudio Nemesi, de hormigón biodinámico
En el ámbito de las aplicaciones medioambientales, la fotocatálisis destaca por su capacidad para realizar superficies autolimpiantes (y antivaho) y para la degradación de contaminantes en el agua. Imaginemos con esta técnica poder dar acceso al agua potable en lugares que carecen de redes de distribución, o poder mantenerla limpia en estanques y piscinas evitando otros productos más agresivos como el cloro. La tercera aplicación ambiental de la fotocatálisis es la limpieza y degradación de contaminantes en el aire, tanto en interiores como en exteriores.
Edificio De Castillia 23 en Milán, de Progetto CMR, con cerámica de Active Surfaces
Desinfectante natural
Pasamos más del 90% del tiempo en espacios interiores. En ellos se respira un aire que puede estar de dos a cinco veces más contaminado que el exterior, saturado de sustancias no visibles como compuestos orgánicos volátiles (COV), bacterias y virus. Un cóctel provocado por la polución procedente de la calle, la actividad humana y las emisiones de los propios materiales de construcción y mobiliario, y agravado por una mala ventilación y un deficiente mantenimiento de los sistemas de ventilación.
La fotocatálisis también puede ayudar a través de pinturas o dispositivos purificadores que desinfectan el ambiente y transforman los contaminantes en aire limpio. Imaginemos las ventajas en espacios de alta ocupación como guarderías, colegios y universidades, así como en domicilios habitados por personas en situación de riesgo como ancianos o niños.
Fachada de la Torre de Especialidades Médicas en Ciudad de México
Soluciones de ahorro
Es urgente reducir las emisiones que el tráfico rodado y la industria emiten a nuestro entorno. Mientras lo conseguimos, podemos ayudar a que los niveles de contaminantes se reduzcan significativamente. ¿Cómo? Los edificios en los que habitamos y trabajamos pueden contar con fachadas pintadas o revestidas con materiales fotocatalíticos que, junto con la luz del sol, limpien el aire que respiramos.
Banco urbano Origame, de Breinco
Las cubiertas de los edificios también pueden protegerse con láminas impermeabilizantes que incluyan granulados fotocatalíticos. Incluso elementos patrimoniales recubiertos con materiales de estas características pueden perdurar mucho más tiempo impolutos. En las calles, el asfalto y los adoquines pueden llegar a ser también aliados en esta misión.
Iglesia del Iesu en San Sebastián, de Rafael Moneo
Aplicando estos criterios reduciremos nuestra huella de carbono, el coste de mantenimiento de los edificios y mejoraremos el bienestar de las personas, disminuyendo el gasto en salud pública. Hay informes que indican que los costes derivados de la contaminación atmosférica representan entre un 1,7 y un 4,7% del PIB español.