La automoción es el sector donde se ponen en juego las mayores inversiones en diseño y reciclaje, y uno de los ámbitos más sensibles en cuanto a impacto ambiental y gestión de residuos. Los coches, en su gran mayoría, están compuestos de acero, aluminio y magnesio de altísima calidad que, aunque no pueden volver a reciclarse en sus componentes originales, son materiales muy cotizados en otros sectores como la construcción.
Efectivamente, nuestras casas también tienen algo de los viejos coches ya retirados de la circulación. El resto, entre un 20 y un 30% en peso, es una mezcla de materiales plásticos y tecnológicos con un aprovechamiento desigual, pero en el que todos los fabricantes trabajan para mejorar su reciclabilidad. En los últimos años, las leyes europeas se han endurecido para responsabilizar a los equipos de diseño de las grandes marcas en su compromiso con el reciclaje de sus productos.
Sospechosos habituales
Tan solo el 2% del total del vehículo puede contaminar más que todo el resto de sus componentes. Esta pequeña cantidad altamente peligrosa es la correspondiente a los aceites, líquidos de freno y ácido de plomo de la batería. Pero prácticamente el 100% de estos componentes son recuperados y regenerados para un nuevo uso. El proceso de reciclado está tan avanzado que, en el caso del plomo, el total del utilizado ya ha sido reciclado innumerables veces. Tantas, que se han podido cerrar las contaminantes minas y utilizar solo materia reutilizada, siendo un claro ejemplo de lo que la economía circular podría llegar a suponer para la protección del medio ambiente.
Diseño recauchutado
Los neumáticos son una de las minas del mundo del transporte, tanto por su gran utilización, al ser un elemento recambiable durante su vida útil, como por la gran variedad de aplicaciones que tienen los materiales reciclados que se obtienen de ellos.
El millón de toneladas de neumáticos que se utilizan cada año en nuestro país ya tienen un destino más feliz que los infernales vertederos descontrolados a los que eran destinados no hace tantos años. Su materia principal, el caucho, aunque no puede volver a convertirse en neumáticos, se puede pulverizar y reutilizar en multitud de productos.
Hay una línea de aplicación más masiva como pavimentos ergonómicos para pistas deportivas, base para césped artificial, señales de tráfico que absorben impactos o asfalto más seguro. Y otra a escala más pequeña gracias a un triturado mucho más fino que es aprovechada como materia prima para la fabricación de calzado, guantes, mangueras e incluso ciertos componentes de los frenos de camión.
Los sonidos del silencio
Los textiles del interior del automóvil, como los utilizados en los revestimientos de techo y puertas, tienen una función indudablemente estética, pero también sirven para acomodar el sonido y mejorar la acústica. Y justamente esa propiedad es la que potencia su reciclaje. Desde hace años hay empresas dedicadas al apantallamiento acústico de las autopistas que utilizan paneles fónicos para aislar las poblaciones del ruido del tráfico, fabricados precisamente con las moquetas, espumas y textiles de esos mismos coches. El reciclaje crea a veces extrañas relaciones en las que, como en este caso, el causante del ruido se convierte en colaborador para su mitigación.
Gestores competentes
Los desguaces han sido históricamente el destino de los coches una vez quedaban inservibles. Un lugar sin demasiado control en el que se aprovechaban las piezas aún funcionales para repuestos de otros vehículos y donde su material mayoritario, el hierro, era prensado y enviado a reciclar. Pero desde hace unos años la legislación ha ido tomando forma para obligar a los antiguos chatarreros a transformarse en gestores autorizados de residuos. Este proceso viene marcado por la obligación de garantizar un potencial de valorización del 95% del total del coche, ya sea para reciclar sus materiales o para su aprovechamiento energético.
Si bien la fracción metálica siempre ha sido más o menos sencilla de reciclar, el resto de materiales, como los neumáticos, han necesitado un proceso de investigación y desarrollo para encontrar la tecnología de procesado y su aplicación final más eficaz. En este proceso, las compañías que gestionan las millones de toneladas de residuos como Signus, encargada de las ruedas, o Sigrauto, enfocada en la gestión global en España, han tenido una labor importantísima. Desde las tradicionales suelas de calzado campesino hechas de ruedas, hasta los modernos procesos de separación de fibras y micronizado han pasado décadas, pero la filosofía es la misma: evitar el impacto de los residuos y aprovechar el valor de los materiales.