¿Por qué es necesario conocer el impacto real de los objetos que usamos?

En el entorno actual de productos de rápida disposición nos hemos acostumbrado a adquirir bienes con un simple golpe de clic. La responsabilidad para mejorar su sostenibilidad recae mayoritariamente en las marcas, pero como consumidores también podemos aportar nuestro grano de arena para equipar nuestras casas de modo responsable.

Sillas BK10, de Bodil Kjaer para Carl Hansen & Søn

Sillas BK10, de Bodil Kjaer para Carl Hansen & Søn

La industria del mueble, a pesar de disminuir un 10% durante la pandemia, ha recuperado sus niveles de facturación anteriores, rozando los 500.000 millones de dólares en 2021 y en 2022. El mercado del mobiliario sigue en aumento, aunque en los últimos años han variado las tendencias de compra, entre otras razones por el asunto de la sostenibilidad. ¿Qué impulsa la introducción de enfoques ecológicos en la producción: los fabricantes escuchando a los usuarios, o las regulaciones gubernamentales?

La creciente conciencia social es tangible, pero quizás hemos asumido que las grandes marcas de diseño tienen la mayor responsabilidad en mejorar el impacto medioambiental de sus productos. Aun así, nuestro deber como compradores y usuarios es posiblemente más importante. ¿Cómo podemos conocer el impacto real de los objetos que usamos? Gracias a las normativas de derecho de acceso a la información pública, gran parte de lo que podemos y debemos saber es fácilmente accesible. ¿Qué deberíamos investigar y cómo podemos interpretar nuestros hallazgos?

 

Algunas marcas han formalizado su compromiso con el medioambien- te, como Andreu World, una de las primeras de la industria del mueble en alcanzar la huella de carbono neutra

Algunas marcas han formalizado su compromiso con el medioambien- te, como Andreu World, una de las primeras de la industria del mueble en alcanzar la huella de carbono neutra

Poner en contexto

Para minimizar el impacto ecológico de una silla, esta debe tener una vida útil lo suficientemente larga como para amortizar su fabricación. Por eso es primordial que escojamos los materiales idóneos en cada contexto. En un jardín en Londres, una silla como la BK10, de Carl Hansen & Søn, de teca sin barnizar, se deteriorará más rápido bajo la lluvia que en un chiringuito de Ibiza. Por otra parte, la versión en acero galvanizado de la colección Palissade, de HAY, se corroerá más rápidamente en el aire salado de la isla balear.

 

Despiece de la silla Carola, de Lievore Altherr Molin

Despiece de la silla Carola, de Lievore Altherr Molin

En un entorno de uso más agresivo, como la cafetería de un aeropuerto, quizá la opción más duradera sería la que pudiera aguantar impactos. Una silla flexible como la .03, de Maarten van Severen para Vitra, parecería ideal, pero su com- binación de poliuretano y acero indica que será difícil de reciclar. Tal vez la Tip Ton RE de la misma marca, de Barber & Osgerby, sería una opción más adecuada puesto que ofrece una elasticidad semejante y está fabricada con materiales reciclados y 100% reciclables, y no tiene fijaciones que se puedan dañar al caer.

 

Casa con fachada de madera de Accoya®, un material que cuenta con ecolabels como FSC® y Cradle to Cradle gold

Casa con fachada de madera de Accoya®, un material que cuenta con ecolabels como FSC® y Cradle to Cradle gold

El verdadero origen

La procedencia de un producto puede darnos una pista sobre su impacto en relación con las emisiones del transporte. Pero atención, porque una cosa es donde se fabrica el producto y otra es la procedencia de sus partes; esto último nos puede mostrar un mapa muy distinto. Un material simple de analizar es la madera. Si opto por la mesa Refectory, de De La Espada, fabricada en Portugal, estoy comprando roble americano; tendrá un mejor impacto de transporte la mesa Bigfoot, de E15, producida en Alemania con roble europeo.

Cuando el origen del material no está claramente indicado, los consumidores responsables podemos pedir al fabricante el Certificado de Origen del material, y, en el caso de la madera, también el certificado FSC® y de Extracción Legal, que demuestren que el bosque de origen está gestionado cumpliendo estándares medioambientales adecuados.

 

De la icónica silla no 14 de Thonet se vendieron 50 millones entre 1860 y 1930, y muchas de ellas están todavía en uso

De la icónica silla no 14 de Thonet se vendieron 50 millones entre 1860 y 1930, y muchas de ellas están todavía en uso

Reusar, restaurar, reciclar, vender

La forma más sostenible de consumo es, simplemente, consumir menos. ¿Qué podemos hacer para lograrlo, ahorrándonos de paso un gasto? Hay alternativas. Tomemos el sofá como ejemplo. En vez de comprar un modelo nuevo, quizá se puede recurrir a un clásico como el Form Group, de Robin Day, diseñado en 1960, que aun hoy dará un toque contemporáneo al salón. ¿Que mi sofá ha envejecido, ya no es cómodo como hace quince años y el tejido ya no me gusta? Busca un tapicero que pueda restaurar el relleno, utilizando materiales naturales y tradicionales como pelo de caballo y fibra de coco. Tal vez el tejido hecho con hilos reciclados de Maharam revitalizará también el look del sofá.

 

Tejidos de fibra reciclada de Maharam; una alternativa para refrescar la imagen del sofá

Tejidos de fibra reciclada de Maharam; una alternativa para refrescar la imagen del sofá

He encontrado un nuevo diseño, y nadie me convencerá de no comprarlo. En este caso ofreceré mi sofá a un restaurador que lo pueda arreglar y vender, o quizá lo pueda vender yo mismo si está en buen estado. Si ha pasado ya su vida útil investigaré la forma más eficaz de reciclarlo: si el fabricante aún existe es probable que lo pueda desmontar en su fábrica, o quizás mi barrio tenga un centro de reciclaje que acepte objetos grandes.

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