Sus prendas son mucho más que diseño: representan el reflejo de una tarea titánica por recuperar el plástico del fondo de mares y océanos, gracias a la labor de la fundación Upcycling the Oceans. Así, Javier Goyeneche demuestra que la economía circular es posible.
Ecoalf es una de las primeras marcas de moda española basada en el reciclaje de materiales. ¿Será ésta la senda a seguir por otras firmas de moda para poder sobrevivir en el futuro?
Espero que sí. Creo que el “qué haces” ya no es suficiente, lo importante es “cómo lo haces”. No solo en moda, sino en arquitectura, movilidad, etc. Hoy no tiene sentido construir un edificio que no sea eficiente a nivel energético ni un vehículo que contamine. Claramente hemos llegado a un punto en que no podemos seguir viviendo en este planeta como si tuviéramos otro al que ir cuando este esté destrozado. Así que hay que pasar a la acción.
¿Te costó transmitir el mensaje cuando iniciaste el proyecto en 2009?
Tuve la idea en 2009, pero tardé en salir al mercado. Quería crear una marca de moda que fuera realmente sostenible, por lo que no podía seguir utilizando los recursos naturales del planeta, así que el reciclaje era la opción. El problema es que no existían tejidos reciclados interesantes, solo en un porcentaje muy pequeño y de mala calidad. Entre 2010 y 2012 viajé por el mundo haciendo alianzas para desarrollar tejidos. Cuando empezaba, mis amigos me preguntaban: “¿Por qué te va a comprar alguien una chaqueta que era basura, Javier?”. O cuando alguien me preguntaba a qué te dedicas, yo respondía: “Transformo la basura en ropa”. La gente se me quedaba mirando como sorprendida. Entonces, explicaba que Ecoalf es tecnología e innovación; un producto que si no digo que es reciclado, uno no se da cuenta. Ha sido un camino complicado y todavía seguimos convenciendo a la gente de que la calidad y el diseño no están reñidos con el reciclaje.
¿El consumidor está más concienciado de que puede ser parte de la solución?
Sin duda. El concepto de reciclaje ha perdido ese tono peyorativo. Vendemos 40.000 chaquetas cada temporada. Quien lleva una de esas chaquetas ve que la calidad es buena, que funciona, el tejido transpira y te protege del agua. La percepción ha ido cambiando gracias al cliente que usa nuestra ropa y a través del boca a boca.
¿En qué os inspiráis? Imagino que las tendencias no os influyen porque tienen un ciclo de vida que no casa con vuestra filosofía.
Nosotros no nos inspiramos mucho en tendencias porque no creemos en este tipo de moda ya que tiene un período de vida corto y al final genera mucha basura. Diseñamos con una estética limpia, atemporal, para que las prendas puedan durar mucho tiempo y con tejidos pensados “para nuevas generaciones”.
Esa nueva generación es la que nos está enseñando más sobre concienciación y sostenibilidad…
Absolutamente. Desde la compañía damos conferencias (este año casi 180) y un porcentaje grande en colegios. Los niños entienden muy bien el problema del océano. Siempre digo que vivimos muy obsesionados con qué tipo de planeta vamos a dejar a nuestros hijos y deberíamos estar más preocupados con qué tipo de hijos le vamos a dejar al planeta.
¿De qué tipo de plásticos se puede extraer hilo y tejido?
Reciclamos varios tipos de tejido: muchas botellas de plástico, que al final es poliéster; muchas redes de pesca de nailon 6,6, que supone la mejor calidad de poliamida del mundo, y algodón, el sobrante de las fábricas y lo que la gente desecha. Este algodón lo juntamos, trinchamos y hacemos un nuevo hilo separando colores con lo cual se utiliza cero agua. Para producir cada hilo de algodón nuevo se necesitan 7.000 litros de agua, de ahí desastres como la desertificación del mar de Aral. Estamos dedicando muchos recursos al algodón.
Hay otras personas que trabajan por la sostenibilidad y a favor del sistema de la economía circular, como por ejemplo la Fundación de Ellen MacArthur. ¿Crees necesario unir fuerzas con otras fundaciones para atacar el problema del plástico en los océanos?
Sí, sin duda. Nosotros estamos muy en contacto con la Fundación Ellen MacArthur. Dimos una charla juntos a principios de junio en Madrid. Trabajamos con muchas fundaciones en este proyecto. Por desgracia, el océano se ha convertido en el gran vertedero del mundo. Cada minuto llega un camión de basura que lanza porquería al mar. Mientras no seamos conscientes de que esto hay que pararlo se convertirá en un problema
aún más grande.
¿Qué te ha enseñado tu experiencia previa como empresario con la marca Fun& Basics?
Emprender te enseña muchas cosas: a afrontar problemas continuamente, en general bastante solo porque este no es un país que apoye mucho a los emprendedores. Aparte de la dificultad de montar un nuevo concepto, tienes otras como el acceso a financiación. Se aprende mucho de los errores, de los posibles aciertos. Emprender es un aprendizaje muy largo y muy duro.
¿Cuáles son los próximos proyectos de la marca?
Lanzamos ahora una gama de accesorios y la primera línea de viaje, que ya está diseñada y creo que saldrá en Navidad. Aparte del proyecto en España con los pescadores (su fundación Upcycling the Oceans), trabajo desde hace dos años y medio para el gobierno tailandés, ayudando a crear el mismo sistema de economía circular en Phuket y Samui. Toda la línea de viaje se produce con las botellas de plástico del fondo del mar de Phuket y se desarrolla allí, porque nosotros no movemos la basura, hacemos todo el proceso de reciclado y tejido en el mismo lugar.
¿Has pensado en ampliar el diseño de textiles al hogar?
No paran de llamarnos para que ayudemos con textiles para hogar y la verdad es que tenemos en mente la posibilidad de crear una división de venta de textiles. Hemos desarrollado más de 400 tejidos y funcionan igual para moda que para decoración, simplemente es cuestión del soporte que le pongas.
Upcycling the Oceans es un gran proyecto que ya cuenta con la implicación de Tailandia y pretende reproducirse en otras partes del mundo. ¿Cuáles son los futuros retos para la firma y la fundación?
Queremos replicar el proyecto en todo el Mediterráneo. Acabo de estar dos días recorriendo seis puertos de Italia. Es un proyecto complicado porque hay que convencer a los pescadores, se necesita un permiso para meter los contenedores en los puertos y alguien que recoja el residuo con licencia. Creo que en Italia empezaremos a funcionar este verano con casi 25 barcos y 100 pescadores. Los pescadores tiran la basura que atrapan en sus redes a unos contenedores en el puerto, que nosotros recogemos cada semana y cuyo contenido se lleva a unas plantas de categorización donde separan la basura del material reciclable. Y luego lo convertimos en polímero, hilo y producto. Nuestro reto futuro es implicar a 20.000 pescadores de la cuenca del Mediterráneo.