En el Directo que nos regaló en nuestra cuenta de Instagram, David García, el fundador de Foundawtion y Daw Office, dejó claras dos cosas: Una, que en su estudio se escucha jazz, buen jazz (Chet Baker, ni más ni menos). Dos, que le incomoda que las ONG's pongan su propio nombre en los proyectos. Según él, no es cuestión de colonizar con una banderita, sino simplemente de intercambiar en pro de “ofrecer algo”.
Con esta declaración de intenciones, agradece el maravilloso trabajo en equipo, durante casi cinco años, el mecenazgo de varias empresas y los cientos de voluntarios que han hecho posible la construcción del nuevo centro de secundaria CEM Kamanar, misma nomenclatura que el barrio en el que se ubica, y acoge a jóvenes hasta los 16 años.
En 16 salas se dan las clases y las otras 6 son de uso común, como la biblioteca o la sala de profesores. Foto: Noemí de la Peña
La idea inicial era contundente, recuperar técnicas constructivas que se habían perdido, y que se hallaban en su arquitectura original, y hacerlo en la comunidad rural de Thionck-Essyl, una localidad de apenas 12.000 habitantes.
Para ello, ha sido fundamental la implicación de los residentes, no solo en la construcción del centro, sino también en su programa educativo. Quid pro quo.
El trabajo en equipo y el canjeo de sabiduría han sido la clave. Foto: Rubén P Bescos
Tal ha sido la integración que, adicionalmente, por ejemplo, han formado a un carpintero de la zona y le han ayudado a construir su taller. ¿Puede haber una manera más sostenible de mantener un oficio que dándole a alguien, metafóricamente, herramientas para pescar con el objetivo de que coma pescado toda la vida?
La inauguración, con los parlamentos de las autoridades locales y de David García, ha sido un alegato a la alegría y al color. Foto: Coke Bartrina
En cuanto a los aspectos técnicos de la obra, destaca el uso de un elemento común en la Barcelona modernista: la volta catalana. En cada una de las aulas, entre baobabs y mangos, emergen esos techos redondeados, con sus catenarias invertidas, es su versión más resuelta y gaudiniana.
No le falta detalle a ese edificio con unos 6 metros de altura, 6 de anchura y 10 de profundidad. Foto: Jara Varela
De hecho, la bóveda se ha usado por sus ventajas a la construcción, y no porque hubiera intención de exportarla hasta África. Una vez más, volvemos al concepto de que se ha construido esa escuela “con la población local”, y no “para ella”. -En ese sentido, hay una anécdota de lo que le comentó una niña de 3er curso a García al ver el colegio, narrada aquí por su protagonista-.
Y es que el proceso de intercambio de conocimiento ha sido lo más mágico del encuentro entre dos sociedades y maneras de construir distintas. Desde Foundawtion, han tenido que mostrar, con los métodos (y confianza) de los albañiles de allí, cómo se iba a fabricar una cimbra de madera, utilizar la propia tierra de la finca para elaborar ladrillos que no iban a ser cocidos, mezclados, eso sí, con un 7% de cemento, levantar esos muros curvados, retirar la estructura… ¡y que funcionara!
La orientación es de norte a sur, a fin de que el sol no deslumbre en las clases, pero entre luz natural y mantenga el frescor. Foto: Coke Bartrina
También se recupera el ciclo del agua con canales, que llevan al nivel freático. Todo, en un suelo cuyo pavimento está instalado a partir de piezas cerámicas recuperadas de escombros. Igualmente, se prioriza el uso de la leña local con los minimalistas muebles de Marc Morro, que se reducen a lo sustancial. Esto crea espacios diáfanos y estéticamente muy limpios. Hablamos de la simplicidad, incluso la elegancia y efectividad, en su esencia. Porque no hay maquinaria pesada, pues los ladrillos se prensan a mano, y casi no hay que transportar materiales.
Marc Morro se define a si mismo como mueblista, y sus piezas son versátiles y honestas. Foto: Jara Varela