Los ríos han sido históricamente vías de comunicación, y por eso muchas ciudades se construyeron en sus orillas. Sin embargo, su uso fue quedando relegado por el auge del transporte rodado. Además, el desarrollo de la ingeniería a partir de la segunda mitad del siglo XIX facilitó la construcción de puentes de gran tamaño y resistencia para hacer frente a las crecientes necesidades de tráfico de personas y vehículos en las grandes áreas urbanas. A partir de entonces, las vías fluviales se convirtieron más en un obstáculo que salvar que en un nexo de unión.
Lo que en principio se convirtió en una solución ha acabado siendo parte de un problema mayor: la contaminación. Al facilitar la comunicación, los puentes han contribuido a la congestión. Además, se trata de infraestructuras no escalables –es decir, una vez construidas no se pueden adaptar a necesidades cambiantes– y su complejidad técnica requiere de enormes inversiones que pueden suponer una carga onerosa para las administraciones responsables de su construcción.
El sistema de movilidad Zeabuz incluye también el muelle de atraque y recarga inalámbrica de la embarcación, el sistema de gestión de pasajeros y un centro de soporte remoto.
Por eso, en los últimos años se está recuperando el papel de los ríos como vías de comunicación, pero esta vez con alternativas más flexibles, limpias y económicas. Una de ellas es Zeabuz, un proyecto desarrollado por un grupo de investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU). Se trata de una pequeña embarcación eléctrica y autónoma capaz de transportar doce pasajeros y bicicletas. Es un transporte que funciona bajo demanda: los usuarios solo tienen que pulsar un botón en el muelle para que el transbordador venga a buscarlos.
Zeabuz funciona de forma completamente autónoma: para orientarse utiliza unas cámaras con sensores que buscar obstáculos, mientras que un sistema de navegación muy parecido al empleado por submarinos y aviones monitoriza de forma constante la velocidad y la posición del bote. Todos los datos necesarios se transmiten al centro de control basándose en tecnología 5G de alta velocidad, donde los supervisa un equipo humano.
Muchas ciudades se están replanteando revitalizar sus ríos como vías de comunicación flexible y limpia sin necesidad de construir costosos puentes.
Y es precisamente esta característica el motivo del que quizá sea el único inconveniente de Zeabuz: su pequeña capacidad. La normativa noruega deja bien claro que para una embarcación de mayor tamaño es necesario un capitán y una tripulación para pilotarlo.
Trondheim, la tercera ciudad del país escandinavo, ha sido el laboratorio de pruebas de la viabilidad de este sistema de transporte. Aquí se ha estado probando el primer prototipo del proyecto, bautizado milliAmpere. En su versión definitiva, Zeabuz permitirá cruzar el río Nidelva en menos de un minuto, evitando un rodeo de veinte minutos a pie. Y de forma totalmente gratuita.
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