8 falsos mitos sobre los LED

La fuente de luz hegemónica no está exenta de sombras. Conviene elegir con criterio para acertar con la iluminación de casa

En la calidad de un LED cuenta mucho el componente electrónico. Lámpara de sobremesa Fade Task Light, de Fade Studio

En la calidad de un LED cuenta mucho el componente electrónico. Lámpara de sobremesa Fade Task Light, de Fade Studio

La iluminación, hasta ahora sin grandes sombras, se ha convertido en un sector convulso desde que hace unos años se le señaló como diana prioritaria del proceso de mejora de la eficiencia energética doméstica. Todo comienza con la prohibición de las bombillas de incandescencia por su excesivo consumo, continúa con el error de pensar que la fluorescencia era una solución y desemboca en los LED.

Lo que debería haber sido una tecnología más al servicio de una necesidad básica se ha convertido en un foco de controversia. En principio hay dos aspectos clave que explican por qué tanta confusión sobre algo tan humilde como una lámpara. Lo primero es la precipitada evolución de la tecnología, que ha desfasado el producto antes de ser asimilado por el mercado. Lo segundo radica en la naturaleza electrónica del LED y los procesos de producción de fabricantes asiáticos que se han apuntado al carro desde el principio, copando el mercado con productos de bajo coste y de dudosa calidad.

Este cóctel ha dado lugar a rendimientos muy dispares y mucha desinformación alrededor de la electroluminiscencia. Seguramente por herencia de sus predecesoras de bajo consumo, se ha atribuido a los LED algunos de sus defectos. La iluminación LED aún necesita evolución, pero su estado de madurez ya las hace una tecnología eficaz y llena de posibilidades. A continuación vamos a arrojar un poco de luz sobre falsos mitos que conviene desmontar.

Los LED actuales son capaces de emitir un amplio rango de temperaturas de luz. Lámpara Cervantes, de Burkhard Dämmer para LZF

Los LED actuales son capaces de emitir un amplio rango de temperaturas de luz. Lámpara Cervantes, de Burkhard Dämmer para LZF

01

Se desgastan con los encendidos

Pensar que el número de encendidos y apagados afecta a su vida útil es un error ya que la conmutación no les influye. Tampoco es necesario esperar varios minutos hasta que alcanzan su nivel óptimo de luminosidad, ni tampoco es cierto que parpadeen.

02

Son tóxicos

Es cierto que sus diodos contienen metales pesados, pero a diferencia de las lámparas fluorescentes, que contienen mercurio gaseoso y son muy frágiles, los LED son robustos y sus componentes nocivos difícilmente serán liberados durante su uso.

03

Dan luz de baja calidad

Aunque los LED comenzaron con una luz blanca y fría, debido al fósforo que se añadía al diodo azul para que emitiera una luz adecuada para su uso, por fortuna a día de hoy ya se ha podido superar esa tecnología inicial. En la actualidad ya son accesibles focos LED dentro de un amplio rango de temperaturas de luz que van desde los 6.000 K (muy fría) a los 2.500 K (muy cálida), aptos para todos los gustos y entornos.

Lo correcto es comparar el rendimiento de un LED en lumens (lm) y no en vatios. Lámpara Copycat, de Michael Anastassiades para Flos

Lo correcto es comparar el rendimiento de un LED en lumens (lm) y no en vatios. Lámpara Copycat, de Michael Anastassiades para Flos Foto: Germano Borrelli

04

Distorsionan los colores

En muchas ocasiones sí, pero para medirlo objetivamente se debe consultar el índice de reproducción cromática (CRI). Se considera CRI100 como la reproducción exacta. Aún así, un CRI >60 se considera un índice de reproducción cromática aceptable y asumible por la tecnología, pero dependerá de la calidad del diodo.

05

No dan calor

Es cierto que a diferencia de las bombillas convencionales, la forma de iluminar de los LED no desperdicia energía en calor. Pero, en cambio, el punto de unión entre el diodo y el circuito, por donde pasa la corriente, sí que se calienta. Lo interesante es que el foco de emisión es opuesto al de la luz, por lo que al tocarlos no sentiremos que están calientes.

A diferencia de las bombillas convencionales, los LED no desperdician energía en calor. Modelo Brick Lamp, de HCWD Studio

A diferencia de las bombillas convencionales, los LED no desperdician energía en calor. Modelo Brick Lamp, de HCWD Studio

06

Son demasiado caros

Indudablemente los LED tienen un coste superior, pero no tanto como pueda parecer. Gracias a su bajísimo consumo y tasa de reposición, el retorno de la inversión es rápido. Evidentemente dependerá de la calidad del producto que instalemos y de su uso, pero considerando la mejor tecnología disponible y un uso moderado, se amortizará en un plazo aproximado de un año. A partir de ahí, todo es ahorro.

07

Lo que importa es el consumo

Aunque son la forma más eficiente de iluminar que conocemos, cada modelo es único. Por eso, decir que 5 W en LED equivalen a 30 W halógenos es cierto en algunos casos, pero no como norma. Esto se debe a que no todos los LED consumen igual para dar la misma intensidad de luz, por lo que lo correcto es comparar el rendimiento de la lámpara en lumens (lm) y no en vatios.

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Todos duran lo mismo

Las míticas 50.000 horas son técnicamente viables, pero la experiencia nos dice que no son reales puesto que dependerán de la temperatura de trabajo del sistema. Es decir, de la eficiencia del disipador para mantener "frío" el circuito y de la calidad de la soldadura de sus componentes.

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